1. La necesidad de lo humano para orar
¿Qué ganamos con navegar hasta la luna si no somos capaces de cruzar el abismo que nos separa de nosotros mismos? (Thomas Merton). «¿No sería
¿Qué ganamos con navegar hasta la luna si no somos capaces de cruzar el abismo que nos separa de nosotros mismos? (Thomas Merton). «¿No sería
«En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1,1). «Envió a su Hijo, la Palabra
«Generaciones de hombres han rasgado la palabra Dios con sus partidismos religiosos; han matado o muerto por ella; lleva las huellas digitales y la sangre
«Es un gran defecto entre los hombres querer arreglarlo todo sin arreglarse a sí mismos» (Bossuet). «Quizá el mayor pecado del mundo de hoy consista
«El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado… El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto
El Espíritu invita a «seguir las pisadas de Jesús» (Juan de la Cruz). Jesús llama los discípulos «para que estén con él, y para enviarlos
«Si el alma busca a Dios, mucho más la busca su Amado a ella». Dios tiene vocación de la persona, y por ello, ésta tiene
El orante no ora ni actúa a solas. En todo momento se sabe acompañado por el Espíritu Santo. Él le ayuda a discernir y a
Podemos comenzar preguntándonos: ¿En qué ponemos el acento como orantes? ¿En el rigor, la ascesis, el afán de experiencias carismáticas, la búsqueda de lo maravilloso?
El perfil más preocupante del hombre de hoy es el déficit de esperanza. Algunos ven el mundo como “un inmenso cementerio de esperanzas” y dudan