¿No soy yo tu madre? ¿No estoy yo aquí para salvarte?
Feliz día del Carmen
A toda la Provincia Ibérica de Santa Teresa, os deseo en este día La Paz y la alegría, la confianza y la fortaleza que nacen del Corazón de una Madre, de la más hermosa y bella de las madres.
Escribo con las primeras luces del alba de esta mañana irrepetible y sagrada, como tierra virgen, de este 16 de Julio del año 2018. Amanece en las tierras del sur despertando en el corazón de la noche la aurora y porvenir que ella nos quiere obsequiar.
Hoy es su día de Maria y es nuestro día, de toda la gran familia del Carmelo, hoy unidos en torno a la Madre decimos con ella y por ella a Dios GRACIAS GRACIAS GRACIAS…
Este 16 de Julio está marcado para mí por el misterio de la muerte y de la vida, por la partida repentina de un hermano José Manosalva , padre, pastor y hermano aquí en Córdoba, en San Cayetano. Me sumerjo en el desconcertante misterio de la muerte, como una espada que siega inesperada y sin explicación los sueños y proyectos que tejemos y labramos con ilusión y pobreza, con esmero y alegría. Cuando menos lo imaginamos la realidad nos devuelve a la verdad más cruda y más hermosa: no tenemos aquí nuestra morada permanente y vivimos ya en esta provisionalidad y fugacidad la esperanza cumplida de lo que un día se nos descubrirá. Me dejo abrazar y abrazo a mis hermanos y hermanas, aceptando el consuelo de la comunión que nos conforta y alienta sin palabras y sin fingimientos. Nos sumergimos unidos en la hora del dolor y de la incertidumbre, de la noche y del desamparo en la esperanza que entraña el corazón de una Madre, la Virgen del Carmen, que acoge muerto al pie de la Cruz al hijo que un día diera a luz en las entrañas de tanta pobreza y pequeñez.
Hoy, no puedo explicároslo, cuando me siento más desamparado y desarmado, cuando no tengo explicaciones ni seguridad del mañana, cuando piso descalzo y sin huir la tierra del dolor, del morir, de la enfermedad y de la debilidad, más me sabe María a Vida Nueva y a Futuro, a nacer en la misma raíz donde reposa dormida la niña que creemos sin vida. Cómo explicar que aquí mismo cuando tengo junto a mí el cuerpo sin vida de un hermano al que se le rompió el corazón en el camino de regreso a casa, aquí mismo precisamente late la vida misteriosa, milagrosa, como este nuevo día que mientras he ido escribiendo ya se ha hecho luz y claridad.
Doy gracias a Dios por la vida que ahora se nos regala y lo hago consciente de que vivimos un tiempo recio de incertidumbre y decrecimiento, de crisis y debilidad, que fueron siempre los tiempos oportunos para el Magnificat de la Fe audaz y valiente en la promesa y victoria de Dios.
¿Acaso no es esta la ocasión de Dios en las entrañas de una madre la que nos trae el regalo de un futuro que nosotros no fabricamos y que es puro don y regalo del Autor de la vida, del Dios de los comienzos, del Señor de la historia?
Acojo en mi máxima debilidad todo lo que ahora en nuestra vida es incertidumbre y temblor, cansancio y dolencia, impotencia y aparente esterilidad, porque me anida dentro inexplicable al apoyar mi vida cansada en el regazo de María el latido que siempre ha estado ahí, que yo siempre he escuchado inconfundible: ¿No soy yo tu madre? ¿No estoy yo aquí para salvarte? ¿No te he dado a luz tantas veces y lo seguiré haciendo tantas y tantas?
Y me quedo descansando en el latido vivo en la pequeñez de María, que nos hace cantar agradecidos el don de la Vida.
Y me llega una poesía, que viene de una amiga y que dice verdad de madre y de sabiduría:
«Ese día en que la dura realidad desfigura una región de la verdad; ese día, ese día amo más.Ese día que se parece al día final y madura sombríamente mi portal; ese día, ese día amo más. Ese día, el día del dolor, es un día de oculta fundación. Ese día que parece llorar es crisol preparando el sonoro cristal. Ese día de sed trae lluvia un día después. Ese día de sed mañana me hará crecer».
En estos días María me trae el recuerdo y la vida de hermanos y hermanas en tierras duras de conflicto y de quebranto. María sostiene la esperanza de un pueblo que soporta sin rendirse injusticias y mentiras, ambiciones y cegueras, que enfrenta con alma humilde y noble la defensa de la vida y la dignidad invencible con un Magnificat que reúne en sí el grito y el clamor de todos los que en cada ser humano ven a Dios y a sí mismos, y sueñan con una tierra de comunión y de familia. Desde Timor, a África Occidental, desde Guatemala, a Siria, desde Ucrania a Venezuela, en cada rinconcito de España, y ahora en el alma del pueblo nicaragüense, abrazamos con María los conflictos olvidados y nos unimos a las palabras que me envía nuestro hermano Silvio Baez desde el corazón del conflicto:
«Querido Miguel, gracias de corazón por tu mensaje, tu cariño de hermano y tus oraciones. Tus palabras y tu cercanía me han dado mucho consuelo. Reza por este pueblo de Nicaragua tan sufrido y para que sus pastores seamos «amigos fuertes De Dios» y «podamos ser vendidos como esclavos de todo el mundo como Él lo fue«. Un gran abrazo con mucho cariño. Me encomiendo a tus oraciones y a la de todos los frailes».
Queridos hermanos y hermanas, doy gracias a Dios por mi hermano Silvio Báez, por mi hermano José Manosalva, y por mis hermanos y hermanas que dan la vida sin pedir nada, sin otra recompensa que la alegría de darse, de consolar y dar a luz la vida y la verdad con María. Gracias por no rendiros, gracias por creer que este tiempo es el tiempo de Dios y que María sigue siendo la nubecilla que trae la lluvia fecunda, la fuente que mana y corre de noche, el latido que anuncia vida en las ruinas de todas nuestras estructuras y arrugas…
En un momento de crisis y de suma pobreza a una amiga le brotó la letra de aquella preciosa canción que hoy hacemos nuestra con Nicaragua, con Timor, con Siria, aquí en San Cayetano Córdoba, y con cada rincón de nuestra Provincia, con cada comunidad y cada hermano y hermana, con nuestro padre Saverio y con todo el Carmelo,con la que os abrazo y bendigo, y me dejo abrazar y bendecir en María deseando sea un día feliz para todos:
Madrecita del Carmen, estas vestida de fiesta,
el color de mi tierra te cubre el corazón.
Tierra bendita, tierra sedienta, que con tu presencia
orante la convertiste en Misión.
Madrecita del Carmen, intercede por tu pueblo,
no dejes que la injusticia, aplaste nuestro sueño,
reaviva la esperanza, que algo nuevo está naciendo.
Madrecita del Carmen falta el vino de alegría,
échale una mirada a tu hijo Jesús.
No podrá resistirse a tus ojos,
esos que con ternura cobijan nuestro dolor.
Madrecita del Carmen te hiciste canto del Padre,
por tantas maravillas que en tu pobreza obró.
Enseña a nuestro pueblo que es pobre,
a liberar su canto que nadie calle su voz.
Miguel Márquez, ocd
Provincial