La lección eucarística de santa Teresa. Camino Cap. 33.34.35

Tomás Álvarez, carmelita.

1. Comentaremos sólo los tres capítulos del Camino que glosan la petición ‘danos hoy el pan de cada día’: cap. 33.34.35.

– He hecho una selección de los pasajes más importantes de los caps. 34-35. Corresponden al guión temático que sigue:

2. Dos presupuestos importantes:

– En su tiempo (s. XVI), la Santa practica la comunión diaria.

– Ella tiene experiencia mística de la Eucaristía.

– Su lección eucarística se basa en esa doble experiencia, más que en los conocimientos teóricos, aunque también éstos, porque comparte la fe de la Iglesia…

3. Al centro de la lección del Camino, ella cuenta (en anonimato) su experiencia básica: leamos 34,6

4. Primer dato doctrinal: la Eucaristía es el don del Padre / tema joanneo (n 6,32-35) / es el mayor don que nos ha podido hacer el Padre / ¿a costa de su Hijo? …: oración-requiebro de Teresa (33, 4).

5. Segundo dato: ahí está presente El / resucitado-glorioso /pero disfrazado y ‘tratable’. Lo importante en esa presencia es que posibilita la relación personal con Él, sin mediaciones: ‘tratarnos’ tú a Tú.

6. Comulgar es ‘interiorizarlo’: la Eucaristía es el sacramento de la unión. Y la ‘unión con Él’ es la santidad. El colmo de la vida cristiana.

7. Para el comulgante, la Eucaristía es sacramento ‘teofánico’: en ella Jesús ‘se manifiesta a quien mucho lo desea’. / Tiene muchas maneras de manifestarse…

8. Después de comulgar: ‘es la mejor hora de negociar…’

9. Y el mejor modo de negociar, es ofrecerlo al Padre por el mundo, por la Iglesia, por los otros, por uno mismo... / Ahí surge la modélica ‘prez eucarística’ de la Santa: oración densa, realística, maravillosa:

– Teresa la hace en nombre del grupo de lectoras (su comunidad-Carmelo)

– se siente sacerdotisa, capacitada para ofrecer el sacrificio de Cristo

– lo ofrece con destino universal: por el mundo / la Iglesia / ella misma y sus pecados. Provocando a las lectoras a enrolarse en el ofrecimiento

Lo más importante en la lección eucarística de Teresa es esta su oración. En ella, pasa de la lección pedagógica a la empatía mistagógica.

– Su conato de empatía había comenzado con la testificación de su experiencia (n.6); y culmina con esta convocatoria del grupo.

– Escribiéndola, empatiza con todos los lectores. Como si les dijera: ‘¡Orad así conmigo!’

– Ahí apunta toda la lección eucarística de ella.


TEXTOS TERESIANOS

… ¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yo sé que lo es, y conozco una persona de grandes enfermedades que, estando muchas veces con graves dolores, como con la mano se le quitaban y quedaba buena del todo. Esto muy ordinario, y de males muy conocidos que no se podían fingir, a mi parecer. – Y porque de las maravillas que hace este santísimo pan en los que dignamente lo reciben son muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de esta persona que he dicho, que lo podía yo saber y sé que no es mentira (34,6).

Mas ésta habíala el Señor dado tan viva fe que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo, nuestro bien, en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se le daba? Mas sé de esta persona que muchos años, aunque no era muy perfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si viera con los ojos corporales entrar en su posada el Señor, procuraba esforzar la fe para que, como creía verdaderamente entraba este Señor en su pobre posada, desocupábase de todas las cosas exteriores cuanto le era posible, y entrábase con Él. Procuraba recoger los sentidos para que todos entendiesen tan gran bien, digo, no embarazasen al alma para conocerle. Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más ni menos que si con los ojos corporales le viese en casa del fariseo. Y aunque no sintiese devoción, la fe le decía que estaba bien allí. (34,6-7).

Porque, si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otros pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué irle a buscar en otra parte más lejos, sino que, pues sabemos que mientras no consume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotros el buen Jesús, que nos lleguemos a Él.

Pues si cuando andaba por el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¡qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa. Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hacemos buen hospedaje. (34,8)

Si os da pena no verle con los ojos corporales, mirad que no nos conviene, que es otra cosa verle glorificado, o cuando andaba por el mundo; no habría sujeto que lo sufriese, de nuestro bajo natural, ni habría mundo ni quien quisiese parar en él; porque en ver esta Verdad eterna, se vería ser mentira y burla todas las cosas de que acá hacemos caso. Y, viendo tan gran Majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla como yo, que tanto le ha ofendido, estar tan cerca de Él? Debajo de aquel pan está tratable; porque si el rey se disfraza, no parece se nos daría nada de conversar con Él; parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó. ¡Quién osara llegar con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones…! (34,9)

¡Oh, cómo no sabemos lo que pedimos y cómo lo miró mejor su sabiduría!: porque a los que ve se han de aprovechar de su presencia, Él se les descubre; que, aunque no le vean con los ojos corporales, muchos modos tiene de mostrarse al alma con grandes sentimientos interiores y por diferentes vías.

Estaos vos con Él de buena gana. No perdáis tan buena sazón de negociar como es la hora después de haber comulgado. Si la obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procurad dejar el alma con el Señor; que si luego lleváis el pensamiento a otra (cosa), y no hacéis caso ni tenéis cuenta con que está dentro de vos, ¿cómo se os dará a conocer? – Este, pues, es buen tiempo para que os enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies porque os quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos. (34,10)

…acabando de recibir al Señor, pues tenéis la misma persona delante [y no sólo su retrato], procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y miraros al corazón; que yo os digo, y otra vez lo digo, y muchas lo querría decir, que si tomáis esta costumbre todas las veces que comulgareis -y procurad tener tal conciencia que os sea lícito gozar a menudo de este bien-, que no viene tan disfrazado que -como he dicho-de muchas maneras no se dé a conocer, conforme al deseo que tenemos de verle. Y tanto lo podéis desear, que se os descubra del todo. (34,12)

Pues, Padre Santo que estáis en los cielos, ya que lo queréis y lo aceptáis, … alguien ha de haber que hable por vuestro Hijo, pues Él nunca tornó por sí. Seamos nosotras, hijas, aunque es atrevimiento siendo las que somos, mas confiadas en que nos manda el Señor que pidamos, llegadas a esta obediencia, en nombre del buen Jesús supliquemos a Su Majestad que, pues no le ha quedado por hacer ninguna cosa haciendo a los pecadores tan gran beneficio como éste, que quiera su piedad y se sirva de poner remedio para que no sea tan maltratado. Y que pues su Santo Hijo puso tan buen remedio para que en este sacrificio le podamos ofrecer muchas veces, que valga tan precioso don para que no vaya adelante tan grandísimo mal y desacatos como se hacen en los lugares adonde estaba este Santísimo Sacramento entre estos luteranos, deshechas las iglesias, perdidos tantos sacerdotes, quitados los sacramentos. (35,3)

Pues ¡qué es esto, mi Señor y mi Dios! O dad fin al mundo, o poned remedio en tan gravísimos males, que no hay corazón que lo sufra, aun de los que somos ruines. Suplícoos, Padre Eterno, que no lo sufráis ya Vos. Atajad este fuego, Señor, que, si queréis, podéis. Mirad que aún está en el mundo vuestro Hijo: por su acatamiento cesen cosas tan feas y abominables y sucias; por su hermosura y limpieza, no merece estar en cosa adonde hay cosas semejantes. No lo hagáis por nosotros, Señor, que no lo merecemos, hacedlo por vuestro Hijo. Pues suplicaros que no esté con nosotros, no os lo osamos pedir; ¡qué sería de nosotros?, que si algo os aplaca es tener acá tal prenda. Pues algún remedio ha de haber, Señor mío, póngale Vuestra Majestad! (35,4)

¡Oh mi Dios, quién pudiera importunaros mucho y haberos servido mucho para poderos pedir tan gran merced en pago de mis servicios, pues no dejáis ninguno sin paga! Mas no lo he hecho, Señor, antes por ventura soy yo la que os he enojado de manera que por mis pecados vengan tantos males. Pues ¡qué he de hacer, Criador mío, sino presentaros este pan sacratísimo y, aunque nos le disteis, tornárosle a dar y suplicaros, por los méritos de vuestro Hijo, me hagáis esta merced, pues por tantas partes lo tiene merecido? Ya, Señor, ya: ¡haced que se sosiegue este mar! No ande siempre en tanta tempestad esta nave de la Iglesia, y salvadnos, Señor mío, que perecemos! (35,5).

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