Orar con María en el Año de la Oración

La oración en María era su misma vida. Ella vivía en oración, porque si oración es hablar con Dios, Ella estaba en esa actitud interior de presencia de Dios.

María nos enseña que la oración no se queda solo en ese rato de intimidad con Dios, en esos momentos que llamamos expresamente de oración, sino que, a lo largo del día, en cualquier instante, ella hacía oración.

 Me imagino una jornada normal de María, no resulta difícil verla centrada en Jesús, con sus pensamientos en Dios en medio de las cosas más normales. Cuántas veces ella le pediría ayuda a Jesús. “Jesús, ven, saca el pan del horno, vete a la fuente, ayuda a tu padre…”, podemos decir que eran las jaculatorias espontáneas de la Virgen, igual que las que hacemos nosotros durante el día, ella viendo a Jesús y nosotros por la fe. No hace falta estar siempre en la Iglesia o en la habitación para hablar con Dios, en cualquier instante del día podemos conectar con Él, como lo hacía Ella.

El Evangelio nos habla lo suficiente como para conocer cómo era su oración. Cuando el ángel le presenta el encargo que Dios le había dado de ser Madre del Señor, la Virgen expone con sencillez sus dificultades, sus dudas, sus miedos… era su forma de hablar con Dios. Me imagino a la Virgen diciendo: “¿cómo hago? ¿cómo puede ser esto? Dios mío, no quiero que mi propia voluntad te estropee el plan”.

 La Virgen, como nosotros, no lo veía todo rápido y claro, ella también le preguntaba a Dios y cuando tenía la aclaración entonces ya su respuesta era total: aquí estoy para hacer tu voluntad. En poquitas palabras lo dice todo. Aquí está la esclava del Señor.

 Me gusta mucho pensar en estas palabras de la Virgen, en esa actitud de esclava. Ella sabía mejor que nosotros lo que eran los esclavos, porque vivía en una cultura donde existían esas personas que, como dice el salmo, están con los ojos fijos en las manos de sus señores, para que a cualquier gesto acudan con prontitud  para hacer lo que les indicaban. Así quería ser ella con Dios: disponibilidad total, con los ojos gfijos en el Señor.

 La Virgen, en su hágase, le pide que Dios mismo cumpla en ella su voluntad, que todo lo que Dios ha pensado para ella, se haga; por eso dice hágase en mí, no dice qué tengo que hacer yo, sino hazlo tú en mí.

 En el misterio de la Visitación vemos la oración de alabanza que brota de María, ahí se ven los sentimientos de su corazón. Alaba a Dios porque Dios es grande y ella está feliz de que Dios sea así y de que se haya fijado en ella tan pequeña, tan pobre, tan esclava.

Cuando Jesús se queda en el templo la Virgen hace una oración llena de dolor.  A lo largo de los 3 días sin Jesús cuántas veces le habría repetido dentro de su corazón: hijo, ¿por qué, dónde estás, qué ha pasado?  Oración de sufrimiento.

Vemos la oración de intercesión de la Virgen pidiendo algo tan sencillo como vino para una fiesta y es que a a Dios le gustan las fiestas y le gusta que pidamos todo lo que necesitamos. Esa intercesión para alcanzar el primer milagro aumenta la fe de los apóstoles en Él.

Nosotros cada día le repetimos, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte… En ese ruega por nosotros, está la oración que la Virgen hace cada día por cada uno. Estamos pidiendo a María que rece por mí, que interceda ante su hijo ahora y cuando llegue mi hora de dejar este mundo. Qué bonito pensar que cuando yo muera tendré a la Virgen rezando por mí, pidiéndole a su Hijo que me deje pasar, que me conoce.

Nos cuenta San Lucas que la Virgen guardaba todo en su corazón y lo meditaba. La oración silenciosa de la Virgen al pie de la Cruz. Cómo se le grabarían en el corazón los desprecios, las burlas, los azotes, las espinas, los clavos, la huida de los apóstoles, el rechazo a Jesús, la preferencia de Barrabás, las burlas de Herodes y la cobardía de Pilato, la lanzada, la muerte… Allí también su fiat.

 La Virgen pasó por todos los estados de alma como nosotros, ella lo vivió todo y oró con toda la intensidad de una madre y la docilidad de una discípula.

En la Virgen tenemos el modelo de toda oración

Supo orar también en comunidad, sosteniendo a los apóstoles, perseverando con ellos y enseñándoles a orar.

En este mes de mayo le podemos pedir que nos enseñe a orar como lo hacía Ella, con los misterios del Señor, con jaculatorias, con sencillez y sobre todo con mucho amor.

Muchas Gracias y feliz mes de mayo con María que Dios les bendiga.

Begoña Sancho (VSM)

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