Oración para iniciar la jornada
«Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero». «Mi lengua canta tu fidelidad, porque todos tus preceptos son justos. Que tu mano me auxilie, ya que prefiero tus decretos; ansío tu salvación, Señor; tu voluntad es mi delicia. Amén».
Jesús no es una persona del pasado, es muy actual; le podemos descubrir a nuestro lado cada día.
Lee atentamente este texto:
Dos discípulos hablaban y discutían en el camino, Jesús se les acercó y se puso a caminar con ellos. Pero estaban tan ciegos que no lo reconocían. Y les dijo: «¿De qué veníais hablando en el camino?» Llegaron a Emaús y ellos decían: «Quédate con nosotros, ya ha declinado el día.» Se puso a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces sus ojos se abrieron y lo reconocieron; pero él desapareció de su lado. Y se dijeron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino?» (Lc 24, 13-30)
Para tu reflexión:
Deja que resuenen en ti estas palabras de Jesús: «¿De qué veníais hablando en el camino?» Jesús se hace compañero de camino de los que andan desalentados. Dile que le estás esperando en el Camino. «¡Jesús, sal a mi encuentro!». Repite esta oración al ritmo de tu aliento, al ritmo de tus pasos, hasta que llegues al albergue.
Símbolo
Camina hoy en soledad. Imagínate que Cristo anda a tu lado como otro peregrino. Cuéntale, pregúntale, escúchale. Al llegar al crucero de Santo Toribio, siéntate y mira los peregrinos que llegan. Recuerda las conversaciones que has tenido con ellos: ¿De qué habéis hablado por el Camino? ¿Quién es Cristo para vosotros en el Camino? ¿Arde vuestro corazón mientras camináis? Intenta ser para ellos, como otro Cristo, ofréceles tu oído para escucharles, lo que tienes en la mochila para ayudarles…
Actitudes
La soledad te pone en íntimo contacto con el hondón profundo de tu propio ser, de tu persona, de tu historia, de tus propias convicciones. Luego percibes que la soledad, paso a paso, se puebla de presencias. El Camino se convierte, entonces, en camino de Emaús, en conversación interior, íntima, amistosa de peregrino a Peregrino. Toma un compromiso para la vida: Retírate, de vez en cuando, en soledad, para encontrarte con Jesús.
Oración
A caminar sin ti, Señor, no atino;
tu palabra de fuego es mi sendero;
me encontraste cansado y prisionero del desierto, del cardo y del espino.
Ven conmigo, Señor, sin ti no hay luz, no hay vida.
Aquí estoy a la espera de tu presencia,
con el silencioso deseo de una comunión.