Regalo y necesidad. «Gran mal es un alma sola». La fe no se puede vivir a solas, ni tampoco la oración. El grupo ofrece la cercanía y el apoyo de los demás para descubrir la dimensión comunitaria de la vida cristiana, donde cada hermano y hermana es un don. Es lo que Santa Teresa llama: «hacernos espaldas».
Un signo de los tiempos. La oración en grupo es una gozosa realidad en nuestros días. Es posible orar así. Abundan los grupos comprometidos, con buena representación de laicos. Es un regalo del Espíritu a la Iglesia. «Los grupos de oración son hoy uno de los signos y uno de los acicates de la renovación en la Iglesia, a condición de beber en las auténticas fuentes de la oración cristiana» (CEC 2689; NMI 33).
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Momento de Oración
Nacer en el grupo: Los que forman el grupo dicen su nombre.
El Señor nos ha elegido, nos ha convocado. El ha puesto su gracia, su amor en medio de nosotros. Nuestro grupo es un espacio habitado por la Trinidad. Nada de lo que es humano nos es ajeno.
Escucha-diálogo de amistad: «Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Ef 5, 19-20).