Una hermosísima oración
Tantas veces repetido. Orado, ¿cuántas? ¿Cuántas, saboreado con calma en el corazón?
Cuando lo que Dios nos ha revelado y hemos acogido en el corazón, brota hacia fuera, gritado y testimoniado por millones de creyentes, en la Iglesia, surge el Credo. Por la oración, la confesión de fe que hacemos con los labios, a veces rutinariamente, baja hasta nuestro interior, donde el Espíritu nos lo ora y convierte en testimonio de vida. Para que surja una nueva oración y una nueva vida, es preciso «alimentar tu vida cristiana con las grandes verdades de la fe».
¿Cómo orar el credo?
Creyendo, que es una forma de orar. Creyendo con todo nuestro ser:
- Con un gesto de postración.
- Con una actitud de acogida.
- Con una forma de vida creyente.
- Con un testimonio martirial.
¿Qué significa creer?
Dios se ha revelado al ser humano invitándolo a un diálogo de comunión. La persona humana responde con la fe. “Dios invisible habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía” (DV 2).
La fe es la adhesión personal del hombre a Dios que se revela y se entrega a él. El orante, por la fe, abre todo su ser para acoger a Dios que se dona libremente, y obedece, llevando a la vida, su Plan de Amor, el querer de Dios. La fe no es un acto aislado; es un acto de la comunidad eclesial. A lo largo de la Historia de la Salvación innumerables testigos orantes han abierto los oídos del corazón para escuchar y cumplir, con obediencia de amor, el querer de Dios:
- Abraham: “el padre de los creyentes”: “Por la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba” (Hb 11, 8).
- María: “la madre de los creyentes” es proclamada por la comunidad cristiana dichosa, por haber creído; realiza la obediencia de la fe. “Dichosa la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45).
Creo en Dios Padre
- Reconociendo su obra:
- Creador y Libertador, cuyo poder abarca la vida y la muerte.
- Amor y Fidelidad creadora, en quien se puede confiar incondicionalmente.
- Misericordia entrañable que reveló su Rostro en Jesús de Nazaret y nos llamó a entrar en su vida íntima.
- A este Dios, Padre lleno de inmensa ternura, respondemos:
– Aceptando su Presencia actuante en el mundo
– Agradeciendo sus infinitos dones.
– Usando responsablemente los bienes creados.
– Confiando totalmente en él.
Creo en Jesucristo, Hijo de Dios
- Reconocemos que es:
- El Salvador, que anuncia la Buena Nueva del Reino.
- Resucitado, que vive para siempre e intercede por nosotros.
- Amigo fiel que entrega su vida por amor a todos.
- Respondemos:
- Acogiéndolo como Señor en nuestra vida.
- Dándole gloria y amor.
- Aceptando y siguiendo el camino del Reino: las bienaventuranzas.
Creo en el Espíritu Santo
- Reconocemos que es:
- Don del Padre y de Jesucristo.
- Dador de Vida y de Verdad.
- El que habló por los profetas, nos desvela a Cristo y guía a la Iglesia.
- Acogemos este don divino, que nos hace hijos:
- Abriéndonos a su Presencia en nuestro interior y en el mundo
- Dejándonos conducir por él.
- Escuchando su clamor en lo más profundo y secreto de nuestro ser: ¡Abba! ¡Jesús es Señor!
Creo en la Iglesia
- Fruto del amor entrañable de la Trinidad:
- Pueblo de Dios
- Cuerpo de Cristo
- Templo del Espíritu Santo
- La respuesta creyente implica :
Personalizar, hacer mía esta riqueza de la Iglesia. “Los bautizados, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo” (LG 10).
- Cada creyente tiene una triple vocación recibida en el bautismo:
– Sacerdotal, vocación de intercesión: “Os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual” (Rm 12, 1).
– Real, vocación a la libertad y al servicio: “Para ser libres nos libertó Cristo… Habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por el amor los unos a los otros” (Ga 5,13).
– Profética, vocación de testimonio y anuncio del Reino: “Cristo los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la Palabra” (LG 35).
Amén.
- Creer es decir Amén. Acogemos el misterio. Nos fiamos de Dios que mantiene su Palabra y no puede negarse a sí mismo (2 Tim 2,11-13).
- Apoyamos nuestra confianza filial en Jesucristo el Testigo Fiel del Amor de Dios a la humanidad. Él es el Amén de Dios y nuestro (Ap 3,14).
Momento de Oración

«Descálzate porque el terreno que pisas es santo» (Ex 3).
Deja la ausencia para entrar en la Presencia.
Abre tu vida como la tierra se abre para acoger la semilla.
Hazlo en comunión con todos los creyentes.
Silencio
Canto: «Me postraré en tu Presencia»
Oramos nuestra Fe en silencio:
Creo en Dios Padre (3 veces).
Creo en Jesucristo, Hijo de Dios ( 3 vces).
Creo en el EspírituSanto, Señor y Dador de Vida (3 veces).
Canto: Creo en ti, Jesús.
- Unidos como Iglesia oramos el Credo:
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
DICHOSA LA QUE HA CREÍDO, PORQUE LO QUE TE HA DICHO EL SEÑOR SE CUMPLIRÁ.