«Dar gratis lo que gratis habéis recibido» (Mt 10,8)
«Nada se me queda entre las manos» (Santa Teresita)
Palabras de un literato: «Podemos decir que santa Teresa es la creadora de un lenguaje de la conciencia. Y para ello tiene que realizar la enorme tarea de inventar un idioma para lo inefable» (Camón Aznar).
1. Dar la palabra a una mujer del s. XVI
Un signo. Eso somos cuando buscamos con sed en los adentros, cuando aceptamos la pobreza que es muro protector contra toda vanidad. Nos acercamos a una mujer, Teresa de Jesús, que tan bien ha hablado la lengua de lo humano y lo divino. Su palabra es raíz más que follaje, melodía profunda más que charanga, testigo de lo nuevo más que profeta del desencanto. «No era ella amiga de gentes tristes, ni lo era ella, ni quería que los que iban en su compañía lo fuesen».
Teresa encontró un tesoro que, sorprendentemente estaba en su propio camino (cf Mt 13,44-46). Más que a fuerza de brazos, fue alcanzada por Dios a base de gracia. Este regalo la llevó al asombro y a la comunicación gozosa de su hallazgo.
Santa Teresa distingue tres momentos en el proceso de su experiencia: recepción de una gracia (experimentar), entenderla (discernirla), y expresarla (comunicarla). «Porque una merced es dar el Señor la merced, y otra es entender qué merced es y qué gracia, otra es saber decirla y dar a entender cómo es» (Vida 17,5). Su palabra es siempre confesional, narrativa, propia de un testigo que cuenta lo que ha visto. Cuando escribe se dice a sí misma.
Transmite su experiencia con libertad a pesar de que el ambiente está saturado de control y las conciencias se achican por el miedo. «Y a los que vuelan como águilas con las mercedes que les hace Dios, quieren hacerlos andar como pollo trabado» (Vida 39,12). Así justifica su osadía al comentar los Cantares: «No hemos de quedar las mujeres tan afuera de gozar las riquezas del Señor» (Cons 1,8).
Lo decisivo en su vida es la verdad, por eso todo lo que dice lo rodea de verdad. «Quedóme muy gran gana de no hablar sino cosas muy verdaderas, que vayan delante de lo que acá se trata en el mundo» (Vida 40,3). No quiere engañar en nada, y mucho menos en las cosas de Dios.
Cuenta las cosas con humor. Caricaturiza actitudes propias y de las hermanas y otras personas con gran libertad. Refiriéndose a la indiscreción y vanidad de las penitencias, dice: «No guardan unas cosas, muy bajas de la Regla, como el silencio, que no nos ha de hacer mal; y no nos ha venido la imaginación de que nos duele la cabeza, cuando dejamos de ir al coro, que tampoco nos mata, un día porque nos dolió, y otro porque nos ha dolido, y otros tres porque no nos duela» (Camino E 15,4).
2. Condiciones para transmitir la experiencia
Teresa encuentra en la amistad la gran condición para poder comunicar algo a los demás. La amistad llama a la intimidad. «Me daba el Señor gracia de dar contento adondequiera que estuviese, y así era muy querida» (Vida 2,8). Toda su vida es un empeño por tejer una red de amigos donde sea posible la comunicación de experiencias.
Los amigos son un gran bien, porque «gran mal es un alma sola entre tantos peligros» (Vida 7,20). Para los tiempos difíciles no encuentra fórmula mejor que la amistad: «En estos tiempos son menester amigos fuertes de Dios, para sustentar a los flacos» (Vida 15,5).
No es de extrañar que Teresa defina la oración «como trato de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida 8,5).
3. Necesidad de aclararse para poder decirse
Antes de ser transmisora de luz se sabe necesitada de luz. «¡Oh Señor, tomad en cuenta lo mucho que pasamos en este camino por falta de saber! Para la mayor parte, todas las inquietudes y trabajos vienen de este no nos entender. Se pasan terribles trabajos porque no nos entendemos».
Emociona la humildad de esta mujer que, incluso al final de su vida, sigue buscando quien le dé luz para entenderse. Dialoga, lucha por orientarse dentro de la Iglesia. No acepta estar al margen. Exige su derecho a decir verdades en un mundo en el que «no hay virtud de mujer que no sea sospechosa» (CaminoE 4,1).
Cuando encuentra quien le dé luz se llena de alegría. «En gran manera aprovecha tratar con quien ya nos conoce para conocernos, y porque algunas cosas que nos parecen imposibles, viéndolas en otras tan posibles y con la suavidad que las llevan, anima mucho y parece que con su vuelo nos atrevemos a volar, como loshijos de las aves cuando se enseñan, que aunque no es de presto dar un gran vuelo, poco a poco imitan a sus padres» (Moradas 3,2,12).
4. Lo que quiere comunicar
Lo que Teresa transmite es una especie de salmo mayor, en el que cuenta el paso de Dios por su vida. En el libro de su Vida, que escribe en torno a los cincuenta años, confiesa con toda la intensidad de su conciencia que su vida no tiene otro sentido que el de ser un canto a la misericordia de Dios.
Del viaje místico vuelve con su mejor cosecha de inteligencia del misterio de Dios. «Mi intento es que no estén ocultas sus misericordias, para que más sea alabado y glorificado su nombre» (Moradas 7,1,1), «porque quien más le entiende más le ama y le alaba» (Vida 37,2).
Escribe para «almas y entendimientos desbaratados» (Camino 19,2). El misterio de Dios lo comunica desde el asombro. «Creo que fuera mejor no decir nada» (Moradas 5,1,1). Pero de lo que no sabemos o podemos hablar, es de lo que más necesidad tiene de hablar.
5.- La belleza de Dios
Algunas de las experiencias que transmite:
- Se puede ser amigo/a de Dios en esta vida.«¡Que es posible que aun estando en esa vida mortal se puede gozar de Vos con tan particular amistad!» (Conc 3,14).
- Dios es gratuito. Es amigo de dar. «Está ganoso de hacer mucho por nosotros» (Moradas 6,11,1). «Nunca se cansa de dar, ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir» (Vida 19,15).
- Siempre es tiempo de que Dios haga maravillas. No está encerrado en el pasado, ni en un grupo. «Para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo» (Fundaciones 4,5).
- No se comunica porque seamos buenos, sino porque El es bueno, «porque se conozca su grandeza» (Moradas 1,1,3).
- Se comunica como Dios. Nunca se termina de decir ni de dar. «No se contenta el Señor con darnos tan poco como son nuestros deseos» (Conc 6,1).
- Tiene muchos caminos para comunicar su amor. «Poderoso es el Señor de enriquecer las almas por muchos caminos» (Moradas 5,3,4).
6. El misterio y la dignidad del ser humano
La palabra de Teresa sobre Dios, nacida de la experiencia, se convierte en una palabra sobre el ser humano. La cercanía de Teresa a sí misma, su amistad con Jesús y su arraigo en la Palabra, son los elementos que hoy nos pueden enseñar la manera de vivir lo muy interior de nuestra vida, una interioridad entendida como verdad de vida.
Teresa se expresa, sobre todo, a través de símbolos. Con imágenes vivas, dinámicas, abiertas, presenta sus intuiciones sobre la persona humana. Tienen el valor de una propuesta valiente.
- El ser humano es un jardín (cf Vida 11-21) con fuente y pozo. Un huerto y paraíso que ha de cultivarse.
- El ser humano es un castillo, de múltiples moradas, pero habitado por un Huésped misterioso. De ahí, la soledad para estar con el Amigo a solas y regalarnos con El.
- El ser humano es un camino. No solo tiene camino ante sus pies, sino que él mismo es para sí territorio a recorrer, conquistar y dominar para entregarlo.
- El ser humano es gusano y mariposita blanca. El ser humano ha de transformarse por el Alfarero, que sabe sacar del barro una preciosa vasija. La gracia obliga a cambios radicales. La gratuidad de Dios define también como gratuidad a quien le ha dejado a Dios entrar en su vida y darle vida nueva.
El ser humano es esposa y un amigo. Si no hay diálogo no hay ser humano. Si no se da la amistad y disfruta de intimidad, no hay crecimiento personal.La persona lleva dentro el perfume de una nostalgia infinita que no se sacia sino «con la presencia y la figura», pero se transforma en presencia y gozo, ya ahora, por el amor al prójimo y la entrega a la voluntad divina. La mejor respuesta al Dios «amigo de dar» es la persona que, en gratuidad, se da, porque «el amor jamás está ocioso» (Moradas 5,4,10). Cuando se da la unión, es cuando se unifican en la interioridad las raíces de la contemplación de Dios con las de la solidaridad con la creación.
Momento de Oración
Gracias, Padre.
Gracias, Jesús.
Gracias, Espíritu Santo.