El deseo del orante es que Dios lleve a término la obra que comenzó en Cristo Jesús, que se haga realidad el reino de Dios, su reinado salvífico como soberano indiscutible.
a. El reino evangélico, obra de poder y salvación
El deseo de que «venga el reino» del Padre es la expresión de una piedad filial nacida de la gracia evangélica y orientada a la plena realización de la obra del Padre en Cristo Jesús.
En la venida de este reino, según los sinópticos, Jesús ha querido centrar el núcleo de su anuncio evangélico: El plazo se ha cumplido. El reino de Dios está llegando. Convertíos y creed en el evangelio (Mc 1, 14-15; cf. Mt 4, 17).
- Jesús anunciaba el evangelio del reino (Mt 4, 23; 9, 35; 24, 14; Lc 8, 1; cf. Lc 4, 43; 9, 2).
- Jesús era el «evangelio de Dios» (cf. Mc 1, 1)
- El reino -«evangelio de Dios»- es el nombre propio de la salvación divina que Dios nos ofrece en Jesucristo.
- En el A.T. el reino se realiza como obra divina de poder y de bondad. (Is 52, 7-10; Is 40, 9-11).
- El reinado de Dios será el de un pastor que reunirá y restaurará a su rebaño disperso y afligido (Mi 2,12-13; 4, 6-7; Jer 23,1-6; Ez 34).
El reino de Dios se hace universal y escatológico: el Señor en todo y sobre todos (Zac 14, 9; Tob 13, 2; Sal 22, 29; 45, 7; 103, 19; 145, 10-13)
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