Como hermanos de Jesucristo, y movidos por los mismos sentimientos que él experimentó (Cf. Fil 2, 5), exponemos ante el Padre nuestro deseo de que se haga realidad lo que El quiere, su plan de salvación, «los tesoros de su gracia» y lleve a cabo en la historia «el misterio de su voluntad» (Ef 1, 6.7.).
b. Que el Padre haga realidad sus planes de salvación
Con el lenguaje del deseo hecho oración, se dice «amén» a la dinámica de la historia de la salvación: «Estoy seguro de que Dios, que ha comenzado en vosotros una obra tan buena, la llevará a feliz término para el día en que Cristo se manifieste» (Fil 1, 6).
El discípulo expresa»hágase tu voluntad»: Consciente de que el Padre es quien ha puesto ese deseo en su corazón cuando lo hizo hijo suyo en Cristo Jesús.Ofrece la oración que el Padre ha hecho brotar en él.
c. Danos cumplir tu voluntad
El discípulo desea el cumplimiento de la «voluntad salvífica» del Padre con la «venida» definitiva de su «reino»
El Padre está realizando en él, hombre inmerso en el tiempo, el «misterio de su voluntad» y los «tesoros de su gracia». El discípulo está personalmente implicado en esa realización y llamado a participar activamente en ella. La «voluntad salvífica»
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