El Padre Nuestro es «la síntesis de todo el Evangelio» (Tertuliano)
Desde la antigüedad el Padre Nuestro se ha incluido en la liturgia bautismal y en la eucarística, demuestra con qué veneración lo rodeó la Iglesia. Recitan «la oración del Señor» expresando su auténtica y plena verdad quienes han nacido a la vida nueva en Cristo Jesús y han sido hechos capaces de ofrecer el sacrificio del Señor y de alimentarse con su Cuerpo y con su Sangre.
1. La paternidad divina en el Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento había llegado a un concepto elevado de la paternidad divina. Expresa la relación que Dios quiso establecer con Israel en virtud de la elección y de la alianza. Matizado por la idea de un Dios-Creador y dador de vida (Dt 32, 6ss; Is 64, 7ss; Mal 1, 6; 2, 10; Tob 13, 4).
«Padre» es el Señor que reina sobre Israel, y a El se debe el homenaje de la obediencia y el temor filial (Mal 1, 6; Is 1, 2).
«Padre» evoca el amor y la bondad, la fiel ternura y la paciente solicitud que el Señor mostró a los hijos de Israel a lo largo de la historia (Dt 32, 6ss; Jer 3, 4.19; 31, 9; Is 63, 15-16; 64, 7-8; Os 11, 1).
Dios es llamado «padre» del rey (2 Sam 7, 14, Sal 2, 7; 89, 27-28) y de los pobres y desheredados (Sal 68, 6). En los últimos libros sapienciales este título se aplica a las relaciones entre Dios y cada uno de los fieles (Ecco 23,1.4; 51,10; Sab 2,16-18;14, 13; Jer 31, 20)
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F. 8 PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO (Lc 1,2-4; Mt 6,9-13)