David significa «amado». El más pequeño de los hijos de Jesé, de Belén, reinará sobre Judá e Israel desde el 1012 hasta el 972. Entra en escena en 1º Samuel 16; será el protagonista hasta el 2º capítulo del libro de los Reyes; más los capítulos 10 al 29 del libro de las Crónicas. Su relato abarca unos 62 capítulos, a los que se añaden numerosas alusiones del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Tres momentos en su oración: 2 S 12,1-23
- La denuncia del pecado de David, por medio de la parábola del pobre y su cordera.
- El reconocimiento que hace David de su pecado y el perdón de Dios.
- La oración de sumisión y de conversión.
La oración de David se reduce a dos palabras: «¡He pecado contra el Señor!». Tras la confesión de su pecado, descubre que, ante el Señor, sólo hay salvación y liberación. Situado ante la verdad de la palabra de Dios, se ve por fin liberado. David es otra persona, que tiene ya ese corazón nuevo de que habla el salmo 51: «¡Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme!» (v. 12).
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