Lectio divina: Marcos 10,46-52. Domingo 30 del Tiempo ordinario

  1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU

El Señor te habla en el aquí y ahora de tu vida. Como María, dispón tu corazón para escuchar su Palabra. Haz silencio. Ábrete a la inspiración y animación del Espíritu. Cantamos: Veni, Sancte Spiritus.

Motivación:

Mirad las palabras que dice aquella divina boca, que en la primera entenderéis el amor que os tiene (Santa Teresa, Camino 26,10).

2.- CONTEXTO DE LA PALABRA

Jesús con sus discípulos está subiendo a Jerusalén. En medio del desconcierto. Anuncio de la pasión. Ambición de Santiago y Juan. Instrucción: el servicio. Curación del ciego. Entrada en Jerusalén. Estamos ante una historia de fe, una catequesis. Los discípulos muestran reticencias para comprender y seguir a Jesús; un mendigo pobre y ciego es el que sabe responder a la llamada del Señor.

3.- LECTURA: Marcos 10,46-52

4.- FECUNDIDAD DE LA PALABRA

Al salir Jesús de Jericó. Jesús va de camino. Ha pasado la noche como peregrino en Jericó, una ciudad muy antigua, de agua y palmeras, muy próxima al Jordán y al mar Muerto. A unos 30km de Jerusalén. A diferencia de Israel, la meta de Jesús no es Jericó sino Jerusalén.  

Discípulos y bastante gente. Están subiendo, atravesando el desierto de Judá para celebrar la Pascua. Va bastante gente con Jesús.

Un mendigo ciego. Primera parte: Descripción de la situación. Se conoce su nombre, Bartimeo, como discípulo. Donde está Jesús pasan cosas. Un ser humano, en los márgenes del mundo, incapaz de caminar, ignorado y silenciado, necesitado de salvación, grita, quiere calor humano, busca a Jesús. Marcos no suele nombrar a los beneficiarios de milagros: solo a Jairo y a Bartimeo. Ninguna otra persona curada ha sido descrita con tanto detalle.  

Sentado al borde del camino. Está en su lugar de trabajo para captar limosnas de los ricos que van a Jerusalén y quieren ganar méritos dando limosna. Depende de estas peregrinaciones. Está al borde del camino, donde cae el mensaje y no da fruto. No hay seguimiento. Depende de la ayuda de otros. No puede ir a la fiesta de Pascua.  

Al oír que era Jesús Nazareno. La rutina de aquel ciego se rompe cuando pasa Jesús. Se toma en serio lo de escuchar. Herodes después de oír, no consiguió captar la verdadera identidad de Jesús y no dio el paso de la conversión y la fe (ver Marcos 6,14-16). Bartimeo no permanece como el discípulo inmóvil que sabe de todo sobre Dios pero no da pasos significativos en la vida. La escucha lo agita.  

Grito: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí. Es un grito de fe. Los discípulos han pasado por serias dificultades, no comprenden la cruz, pero no piden ayuda sino que regañan o ignoran al Señor. La oración del corazón no es una práctica rutinaria, es el grito que provoca, al paso de Jesús, una herida de amor. El ciego no quiere perder la oportunidad de llamar la atención de Jesús. Un fuerte deseo de conocer a Jesús. Pide misericordia. Es la oportunidad de su vida.  

Muchos le increpaban para que se callara. Cada vez que una persona intenta acercarse a Jesús siempre hay oposición (niños junto al Maestro, Mc 10,13). Mientras Israel era ciego a la presencia del Mesías entre ellos, un judío ciego lo percibe con toda claridad. El ciego tiene que superar obstáculos. Él es imagen del que entra el Reino despojado, abandonado con absoluta confianza en la presencia y la palabra de Jesús. Y a diferencia del hombre rico que exhibe su santidad (Mc 10,20). Se presenta como pobre.

Gritaba más. El ciego lucha contra todos los que quieren hacerle callar. No abandona. No hizo caso del ridículo. Clama misericordia, recuerdo del salmo 50: Miserere). Sea Dios conocido un poquito más y gríteme todo el mundo (Santa Teresa).

Jesús se detuvo. Se detiene para atender a un ciego, porque está como quien sirve. Es la primera vez que Jesús se detiene (v. 49) en todo el evangelio, donde siempre le vemos en permanente movimiento. Jesús distingue las voces. Entre tanto ruido oye la voz del mendigo. Los oídos de Jesús están predispuestos a escuchar a los marginados: La mujer con la hemorragia (5,25-34), el endemoniado geraseno (5,1-20), los enfermos de Genesaret (6,53-56), la mujer siro fenicia (7,24-30), el ciego en Betsaida (8,22-25), el niño con un demonio (9,14-29), niños pequeños (10,13-16), y ahora, este hombre ciego sentado al lado de la carretera.  

Llamadlo. Jesús cuenta con otros. No hay prisa que valga cuando hay un grito que atender en las orillas del camino. Jesús apuesta por el hombre, aun cuando en este no haya casi nada; así muestra su amor por nosotros. No margina ni a los niños ni al ciego.

Ánimo, levántate, que te llama.  Palabras clave. Bartimeo es el último al que Jesús llama antes de entrar en la fase final de su ministerio.

Soltó el manto. Dio un salto. Se acercó a Jesús. Camino de Bartimeo hacia Jesús.¿Qué significan estas tres acciones? El ciego deja todo lo que tiene para seguir a Jesús, una actitud totalmente diferente a la del joven rico, que se fue triste. Reacción entusiasta. Atención a los verbos: soltar, dar un salto, acercarse. El manto era lo único que tenía.  El manto recogía las monedas y por la noche abrigaba. Dio un salto: algo inaudito para un ciego, que van palpando el suelo; su apoyo es Jesús. Se acerca.

¿Qué quieres que te haga? Diálogo directo con Jesús. Jesús desea hacer todo por nosotros, si se le deja. Igual pregunta hace Jesús a los hijos del Zebedeo. La respuesta es muy diferente. La pregunta pone en evidencia lo que hay en el corazón. Ahora sabemos qué es lo que un discípulo debe pedir y qué no. Con todo, Jesús siempre escucha.

Rabbuní, que recobre la vista. Deja actuar a Jesús. Lo llama mi maestro, con una nota de confianza y comunión. A diferencia del joven rico. El ciego reconoce su ceguera y se dirige hacia la luz. Al mirar a Jesús con el corazón, comienza a ver. Quiere recobrar la vista para estar con Jesús. En la respuesta evidencia su fe. Pedía limosna pero ahora pide ver.

Anda, tu fe te ha salvado. No hay contacto físico.Jesús lo envía, le anuncia la salvación, exalta su fe.  

Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. Camino de Bartimeo con Jesús a Jerusalén. El breve encuentro con Jesús ha dado su fruto. Entra en la ruta del camino de la cruz sin más “peros”: “al instante… le siguió por el camino”. El verdadero discípulo es aquel que ve con los ojos de Jesús y, de esta manera, comparte decididamente su camino misionero hasta el final

4.- MEDITACIÓN: ¿Qué nos dice el texto?

Imagina que Jesús te está preguntando ahora: «¿Qué quieres que haga por ti?» ¿Qué le dices?

El ciego, inmediatamente, sigue a Jesús por el camino. ¿Cuál es mi confianza en el Señor? ¿Cómo es mi seguimiento?

¿Qué nuevas lecciones saco para mi vida de discípulo a partir de la lectura orante del relato de Bartimeo?

5.- ORACIÓN

Jaculatoria para el camino: Jesús, ten compasión de mí. 
Llámanos, una y otra vez, Jesús. 
Canción: El ciego de Jericó. La escuchamos con los ojos cerrados. ¿Quién puede decir que ha recobrado totalmente la vista?
Damos gracias a Dios por el paso sanador de Jesús a nuestro lado.

6.- COMPROMISO 
«Por tanto, nosotros también teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Hch 12,1)

“Esforcémonos por seguir con las obras a aquel Jesús que conocemos con la inteligencia. Observemos hacia donde se dirige el Señor e, imitándolo, sigamos sus pasos” (San Gregorio Magno).

Pedro Tomás Navajas, ocd.

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