ESCUELA DE ORACIÓN – LECTIO DIVINA
MOTIVACIÓN
«Sentí profundamente la necesidad de tener un espacio de soledad, silencio… al menos un poco (tenía tres hijos pequeños), en donde poder sentarme y hacer oración. Elegí un rinconcito del dormitorio: puse un par de cojines, uno para sentarme y el otro de respaldo y una vela. Era fácil de poner y quitar según las necesidades de la habitación, pero se convirtió en «mi sitio orante». Entendí enseguida que era importante que no sólo yo tuviera claro de qué se trataba mi espacio y mi tiempo con los dos cojines y la vela, habría de ser paciente y esperar que mi entorno familiar lo integrara con normalidad. Tantas veces, nada más sentarme, aparecía una cabecita por la puerta diciendo: «Mamá, puedes venir un momento». Yo preguntaba: «¿Es muy urgente o puedes esperar diez minutos?»… «¡Vale, me espero!» (Mari Paz López Santos).
INVOCAMOS AL ESPÍRITU
Ven, Espíritu,
enséñanos a estar a la espera de la Palabra.
Llévanos a la verdad completa.
1. A LA ESPERA DE LA PALABRA. CON LA LÁMPARA ENCENDIDA
Contexto. Lucas presenta a Juan Bautista como profeta en el desierto para preparar los caminos del Señor. La gente, desde hace siglos, vive en una espera de la venida del Mesías. El dominio cada vez más opresor de los romanos ha hecho aumentar el deseo de la venida de un Liberador. En Juan ven que Dios visita a su pueblo. La finalidad del texto: preparar corazones que reciban al Señor.
2. PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA: Lucas 3,1-6
«En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios».
3. FECUNDIDAD DE LA PALABRA
En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio. Es habitual señalar quién gobierna cuando surge un profeta (así: Isaías, Jeremías, Oseas, Amós). La historia de salvación acontece en la historia, en el aquí y ahora (entre los años 26 y 29). Se nombra a personajes (Tiberio, Pilato, Herodes, Anás…) asociados al poder, famosos por su crueldad hacia los más pobres); parecen controlarlo todo, pero el acontecimiento decisivo de Jesús acontece fuera de su ámbito. Lo esencial no está en manos de los poderosos.
Vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Tras trescientos años sin profetas, palabra y desierto aparecen juntos: ‘La llevaré al desierto y le hablaré al corazón’ (Oseas 2,16). La palabra de Dios, la soberanía de la palabra, incansable, siempre llamando a la puerta. El desierto, como territorio de la verdad, como lugar de liberación interior, como oportunidad para pasar de la desobediencia a la experiencia confiada en Dios. La palabra llega a Juan, uno que vive en el desierto, que no tiene poder (contraste con los lugares de poder). El desierto muestra a un ser humano no conquistado, libre. Ella hace de Juan un profeta que suscita gran expectación.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. Comarca de Qumrán: lugar de soledad como apertura a la luz de la Palabra. Jordán: el río que hay que vadear para entrar en la tierra prometida, donde uno se cura, símbolo de vida y de movimiento. Bautismo con agua como preparación del bautismo de Jesús. Conversión (en griego metanoia): cambio, no solo moral, sino de mentalidad. Juan anuncia una nueva relación con Dios y denuncia privilegios.
Voz del que grita en el desierto. Eso es Juan: Una voz que abre caminos en el desierto, en la propia vida; trae esperanza a muchos y a él esta voz le lleva a la cárcel y al martirio. ¿Cómo no hablar de ti si tu voz me quema dentro?
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Juan escoge un texto de Isaías, que habla de liberación a un pueblo oprimido en Babilonia y sin esperanza de futuro. Texto muy utilizado en ese momento de esclavitud. Dios está siempre cerca. Hay que abrirle caminos caminando, deseando. Hay que darle permiso para venir.
Los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados. Lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Este texto, lleno de imágenes: barrancos, pasos tortuosos, lugares ásperos… en busca de la libertad es como un Magnificat: Dios abaja lo altanero y levanta lo humilde; invita a creer en lo que todavía no se ve; rompe los viejos esquemas y regala una mirada nueva. Es el Señor quien lo hace. Dios ha prometido tanto que tiene una deuda de amor. La fe que más le agrada es la esperanza de caminar con la esperanza que él regala.
Y toda carne verá la salvación de Dios. Toda carne significa todo ser humano. La salvación, Dios, es para todos. Hay que despertar para descubrirlo. Dinámica: convertirse para que la salvación pueda llegar a todos. Lucas, un judío helenizado, que escribe para cristianos de lengua griega, muestra una gran apertura hacia los goim, los no judíos.
4. RESPUESTA A LA PALABRA
¿Qué es lo que motiva tu vida? ¿Qué profetas te han ayudado a ser de verdad? ¿Dónde están hoy los desiertos que te permiten recomenzar relaciones nuevas y sanas? ¿Cómo te sitúas en el contexto político, social, religioso de hoy?
5. ORAR LA PALABRA
Prepara un desierto en tu casa. Para que, en silencio, des vueltas a la Palabra. Él puede convertirte. ¿Qué sabemos de los tiempos de Dios? Expón tu vida, todo lo que no puedes cambiar, y quédate aguardando. El Señor puede transformar tu altanería en humildad (Inmaculada). Ora por las personas hundidas.
Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera
con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial
y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce
de memorias enlodadas…
(Benjamín González Buelta, sj)
6. CONTAR AL MUNDO LA NUEVA MANERA DE VIVIR
Testigos.
Es posible la conversión. EL MAYOR REGALO, de Juan Manuel Cotelo.
Pedro Tomás Navajas