Lectio divina: DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO

Invocación al Espíritu

¡Cuán manso y amoroso / recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso, / de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras! (San Juan de la Cruz, Llama).

Motivación. Para disponer el corazón.

Celebramos el domingo de Gaudete (fiesta de la alegría) con la música de Juan Bautista, de Juan de la Cruz, de Jesús para danzar a ritmo de evangelio (buena noticia). Somos un lujo de alegría, de donde fluye un río de consuelo para los demás.

Porque Cristo es mío y todo para mí. Pues ¿qué pides y buscas alma mía? Tuyo es todo esto y todo es para ti. No te pongas en menos. Sal fuera y gloríate en tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón (San Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor). No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero (Dichos).

  1. A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.

Contexto.

Lucas es el evangelista de la alegría (Jaire, alégrate, María); en este texto, que no es de la fuente Q, humaniza el mensaje de Juan. Pablo dice a los filipenses, su comunidad referida, que se alegren en el Señor. Jesús quiere para sus amigos la alegría completa; con él nuestras vidas pueden cambiar y este mundo puede ser distinto.  La fiesta puede organizarse, la alegría se recibe, es un don.

2. Proclamación de la Palabra: Lucas 3,10-18

3. Fecundidad de la Palabra

La gente preguntaba a Juan: ¿Qué tenemos que hacer? Y él les respondía: El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo. La gente (multitudes anónimas), los publicanos y los soldados, considerados impuros, van a Juan con una pregunta que, por su dinamismo, es clave en el Adviento. Así se abren a la salvación que ha pedido Juan. Cinco veces se repite en el texto el verbo hacer. No hay mejor manera de esperar a Jesús que tratar bien al necesitado, que compartir y humanizar nuestro consumismo alocado: practicar la caridad, la honestidad, la sobriedad. Lucas, en sintonía con Isaías (partir al hambriento tu pan, cubrir al desnudo, recibir en casa al que no tiene hogar, 58,7), insiste en la atención a los pobres. Esto causa alegría (Gaudete: Alegraos conmigo porque he hallado a la oveja perdida, Lc 15: parábolas de la misericordia). En Adviento, salvación y alegría van de la mano. La austeridad para dar no tiene por qué ser sombría y triste. Juan es claro y concreto,
al enseñarnos cómo hemos de vivir. Sugiere la austeridad como estilo de vida y compartir.

Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: Maestro, ¿qué debemos hacer? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está fijado. Los publicanos están al margen de los esquemas religiosos del judaísmo. Cobran impuestos, se enriquecen exigiendo a los contribuyentes sumas superiores a las establecidas oficialmente; son delincuentes de cuello blanco. Juan les pide que no caigan en la corrupción, que sean honestos. A lo largo del evangelio muchos de estos van a vivir un cambio radical de vida junto a Jesús (Mateo, Jairo…). Y habrá alegría y salvación.

Preguntáronle también unos soldados: Y nosotros ¿qué debemos hacer? Él les dijo: No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada. Los soldados, que eran judíos enrolados en el ejército romano, mano dura para los cobradores de impuestos, también eran mal vistos. Juan propone un hacer específico; les pide que no usen la fuerza ―tortura o extorsión― para obtener información sobre la gente sospechosa, y que no busquen ganancias extras haciendo mal uso de la autoridad que se les dio. La preocupación de fondo es la justicia social, en sintonía con los profetas y, después, en sintonía con la Iglesia en Pentecostés (Hch 2,4; 4,32-35). La justicia social trae la alegría y la paz.

El pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías. El pueblo, que tiene grandes expectativas, gemidos de esperanza se pregunta por la identidad de Juan que exige tanto, como preguntarán a Jesús. La pregunta parte del pueblo no de las autoridades, que investigan al peligroso profeta (ver Juan 1,25).

Yo os bautizo con agua. Viene el que puede más que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Juan bautiza con agua, es fuerte y grande pero viene el que es más fuerte y más grande. Lo señala con la imagen de esclavo. Juan explica su identidad con una imagen: la del esclavo (levirato). Cualquier voz que hable de Jesús no es todavía su voz. Pero oír a quien habla en nombre de Jesús alienta la esperanza de oírle a él un día.

Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga. Juan piensa que Dios vendrá con un fuego purificador, Jesús hablará de Dios como un fuego de misericordia. Jesús bautiza en el Espíritu Santo. Aquí está la clave de este evangelio. Adviento: descubrimiento de nuestra identidad, de lo que somos por gracia. En este estado de vida siempre el alma anda interior y exteriormente como de fiesta, y trae con gran frecuencia en el paladar de su espíritu un júbilo de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegría y amor en conocimiento de su feliz estado (Llama 2,36). ¿Qué tales habremos de ser? Alegres en el Espíritu Santo.

Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio. El Adviento es un evangelio, es ejercitarnos para vivir lo que somos por gracia, es un descubrimiento de la belleza y dignidad que llevamos dentro. El evangelio se anuncia con un corazón enamorado. Que en este tiempo de Sínodo construyamos comunidades nuevas, con sabor a Evangelio, contagiándonos unos a otros solidaridad y pasión por el Reino. Vivido todo con alegría.

4. Respuesta a la Palabra

¿Te consideras una persona alegre? ¿Cuáles son los motivos profundos de tu alegría?
¿Crees en el sí de Dios a tu vida y a ti como hija/hijo amado?
¿Descubres el Adviento como una noche de amor? ¡Oh noche que guiaste! / ¡Oh noche amable más que el alborada! ¡Oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada!
¿Qué imagen da comunidad al mundo, de tristeza o de alegría?

5.- Orar la Palabra

¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche más amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste/ Amado con amada,
amada en el Amado transformada! (San Juan de la Cruz).

6.- Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.

Optar por amar. Adonde no hay amor, pon amor y sacarás amor.
En una sociedad en la que bastantes piensan que la religión es un impedimento para ser feliz, los últimos Papas nos han exhortado continuamente a vivir la alegría del evangelio, la alegría de la fe. Y es que, incluso entre creyentes convencidos y practicantes, no faltan quienes ven eso de ser cristiano como mera exigencia y abnegación. El hombre sin alegría no es humano; y la persona que no es humana, no es persona.

Pedro Tomás Navajas, ocd

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