ESCUELA DE ORACIÓN: MATEO 5, 13-16
Invocación al Espíritu
Espíritu Santo: alumbra nuestro interior para recibir tu Palabra.
Espíritu de luz: despierta nuestra indiferencia y alúmbranos en el camino de Jesús.
Espíritu de luz: da sabor a nuestra vida según los valores del Evangelio, para que seamos discípulos misioneros de Jesús.
Espíritu de luz: ayúdanos a vencer nuestras oscuridades y tinieblas. Espíritu de luz: sana el corazón enfermo. Que amanezca la luz de la alegría en los que viven tristes y han perdido la esperanza.
Motivación
“¡Qué hermosa misión la de dar luz al mundo. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva luz, que siempre da luz. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido. Es Dios quien nos da esta luz y nosotros la damos a los demás. ¡Lámpara encendida! Ésta es la vocación cristiana” (Papa Francisco).
1. A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.
Contexto.
El texto está precedido por el proyecto de las bienaventuranzas, que describe lo que sucede en el interior de la vida de los discípulos que han acogido el Reino. La vida nueva de los bienaventurados tiene que verse en la historia. Señala nuestra misión, bajo dos signos: la sal y la luz.
La mirada está puesta en las comunidades: perseguidas, tentadas de esconder la luz, con enfrentamientos dentro: los que querían una mayor apertura y los observantes.
Jesús se muestra como un auténtico contemplativo en la acción, porque es capaz de ver a Dios en todas las cosas y de crear parábolas y comparaciones que hablan al corazón.
2. Proclamación de la Palabra: Mateo 5,1-12ª
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
3. Fecundidad de la Palabra
Vosotros sois la sal de la tierra. El plural sois, (no debéis ser), recuerda la misión de las comunidades, su identidad más profunda: discípulos misioneros. A pesar de su pequeñez, de la persecución, ejercen influencia benéfica en el ambiente. Ser sal y luz: signos de santidad en el mundo de hoy. Que no se desvirtúe esa vocación.
Sal. Uno de los productos más simples Sus propiedades: dar sabor y conservar los alimentos, defender del calor. Símbolo de la alianza de Dios con su pueblo, del pacto de los discípulos con Jesús. Los cristianos, como la sal, tienen un impacto en la realidad en la que viven, son para que los demás sean y vivan lo que son.
La sal actúa desde el anonimato. Cuando falta o hay demasiada entonces se nota. Lo que importa no es la sal sino la comida sazonada. La sal, para salar, tiene que deshacerse. Ser sal, la que encontramos en Jesús, lleva a hacer gozosa la vida a los demás.
De la tierra. La misión de la comunidad es fertilizar el mundo con el Evangelio de Jesús: sabiduría de Dios y plenitud de la Ley.
Si la sal pierde su sabor. Jesús se lo advierte a sus seguidores. Si la sal se vuelve sosa, ya no sirve para nada. Si los discípulos pierden su identidad evangélica, ya no producen los efectos queridos por Jesús. El cristianismo se echa a perder. La Iglesia queda anulada. Los cristianos están de sobra en la sociedad.
Vosotros sois la luz del mundo. El plural sois apela a la comunidad, llamada a ser punto de referencia, de inspiración para el entorno.
La luz es la primera obra de la creación y se la identifica con Dios. Puesta en el lugar correcto permite apreciar los espacios, evitar tropiezos, pero sobre todo reconocer el rostro del otro. La luz es absolutamente oscura. No se puede ver hasta que tropieza con un objeto. Así es la comunidad de Jesús.
Del mundo. La luz fue hecha para iluminar, por eso no admite estar escondida. Una comunidad que no sea misionera no tiene sentido. La luz no es del cirio, viene de Dios, luz de toda luz. La luz es para dar luz sin deslumbrar.
La comunidad de los “bienaventurados”, el nuevo pueblo de Dios, no agota su finalidad en sí misma sino que es una fuente de esperanza: esperanza del mundo nuevo inaugurado por Jesús.
Jesús sí que es para nosotros cirio encendido, que se quema para iluminar. Jesús sí que es la sal que da sabor a todo, a vivir, trabajar, descansar, triunfar y fracasar, estar sano y enfermo, morir… a todo: toda nuestra vida tiene sabor por Jesús, nuestra sal.
Para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. Vuestras buenas obras. Bellísimo itinerario de la vida, que Dios comienza en el corazón y culmina en la glorificación a Dios. La luz y la sal no existen para sí, brillan no tanto con las palabras o discursos sino con las buenas obras, que nacen de dentro, obras en relación con el prójimo, en el mundo. El compromiso con los pobres, con la paz, con la justicia no debe quedar escondido, todo es para dar sabor y alegría a la vida.
“Cada uno de nosotros somos un instrumento pobre. Observa la composición de un aparato eléctrico, tiene un ensamblaje de hilos grandes y pequeños, nuevos y gastados. Si la corriente eléctrica no pasa a través de todo ello, no habrá luz. Estos hilos somos tú y yo. Dios es la corriente. Tenemos poder para dejar pasar la corriente a través de nosotros, dejarnos utilizar por Dios, dejar que se produzca luz en el mundo o bien rehusar ser instrumentos y dejar que las tinieblas se extiendan” (Santa Teresa de Calcuta).
4. Respuesta a la Palabra
¿Aportamos algo de sabor y luz a la vida?
Según la enseñanza de Jesús en este pasaje, ¿cuál es la primera y fundamental forma de evangelización?
¿Somos los creyentes buena noticia para la vida de la gente?
4.- Orar la Palabra
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
5.- Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.
“Brillad como antorchas en medio del mundo, manteniendo en alto la palabra de vida” (Flp 2,15-16).
¿Cómo?
Pistas del papa Francisco:
– Firmeza interior: constancia en el bien.
– Vivir con alegría y sentido del humor.
– Audacia, entusiasmo y empuje evangelizador. “Salir de la mediocridad tranquila y anestesiante” (Gaudete et Exsultate, 138).
– La santidad es un camino comunitario: vivir en comunidad.
– Andar siempre en presencia de Dios: la oración constante. No podemos vivir nuestra vocación cristiana sin el diálogo con Aquel que sabemos que nos ama y siempre nos espera.