ESCUELA DE ORACIÓN: Lucas 20,27-38
Invocación al Espíritu
Ven Espíritu Santo, ayúdanos a superar un vacío de confianza y a vivir la experiencia de que Dios nos ama siempre, ofreciéndonos la vida eterna como horizonte y plenitud, como coronación de su obra creadora en nosotros. Canto: Oh Señor, envía tu Espíritu.
Motivación. Para disponer el corazón.
Toda la Iglesia necesita volver a descubrir la centralidad de la Palabra de Dios, como fuente primera de toda espiritualidad.
Se propone un constante acercamiento a la Sagrada Escritura, para construir comunión, para unirnos en la Verdad en nuestro camino hacia Dios, para que el diálogo con Dios se haga realidad viva.
A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.
Estamos finalizando el año litúrgico. Ponemos nuestra mirada en la meta de nuestro caminar, en el cielo nuevo y en la tierra nueva, en el pleno y definitivo encuentro con Jesús. Después del camino de Jesús (propio de Lucas) ya estamos en Jerusalén, en la explanada del Templo. La controversia con los saduceos nos invita a ponernos en clave de resurrección, no nacimos para morir sino para vivir. Un porcentaje notable de la sociedad muestra poco interés por la eternidad; se preocupa, justamente, de alargar y mejorar la calidad de la vida. Pero es de lamentar la pérdida del horizonte de eternidad, esencial para la plena realización de la vida humana.
Proclamación de la Palabra: Lucas 20,27-38
En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito:
“Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y de descendencia a su hermano”.
Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos.
El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer?
Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio.
Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor:
“Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».
1. Fecundidad de la Palabra
¿Cuáles son las palabras o frases que llaman tu atención?
Se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús. Los saduceos, solo aquí aparecen en este Evangelio, se acercan a Jesús para reírse de él. Eran un grupo de tendencia conservadora, integrado por miembros de la clase política y socialmente dominante; siguen al pie de la letra el Pentateuco. No creen en la resurrección. En los Hechos de los Apóstoles participan en una trifulca por este tema (Hch 23,6-7). Oramos: Ayúdame a instalarme en Ti como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda hacerme salir de Ti (Isabel T.).
Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos…” Ven a Moisés como legislador de Israel que dictó en la llamada ley del levirato, una ley inhumana y contraria a la dignidad de la mujer, lo que había que hacer cuando una mujer quedaba viuda sin hijos. El hermano del fallecido debía tomar a la viuda y darle descendencia (Dt 25,5-10). Finalidad: asegurar la propiedad de la tierra, don de la alianza, en la familia. Jesús es abordado como maestro. Los maestros deben resolver puntos oscuros en la interpretación de la Ley.
“Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer”. El tema de la resurrección es el gran interrogante que atraviesa la historia humana.Al comienzo del evangelio, Jesús, con doce años, había impresionado en este mismo lugar a los maestros de la Ley, “escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. También ahora, las preguntas y respuestas van dando dinamismo al ministerio de Jesús en el Templo. Después de la discusión: “Algunos maestros de la Ley le dijeron: “Bien dicho, Maestro. Y ya no se atrevieron a hacerle más preguntas” (20,39-40). ¿Cuál será el marido de la mujer? ¿El primero? ¿El último? ¿A suertes? ¿Ninguno? Oramos: Ayúdame a instalarme en Ti como si mi alma estuviera ya en la eternidad (Isabel de la Trinidad).
“En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección”. Página magistral. Jesús no permite que se ridiculice la fe en la resurrección. Va mucho más allá de bromas de mal gusto, de risas irónicas. Nuestra vida solo es plena en Dios, porque solo él es el Viviente. En general los judíos del tiempo de Jesús pensaban la resurrección como una prolongación y aumento indefinido de los goces de la vida terrena (fariseos).Jesús responde diciendo que en la resurrección habrá novedades significativas. No solo se trata de vivir eternamente (quimera de la ciencia), como una continuación de esta vida, sino de ser hijos de la resurrección, donde las cuestiones relacionadas con el matrimonio y la procreación son irrelevantes ya que la relación básica es la de la filiación divina y la fraternidad. El amor, que ya aquí es señal de vida nueva será en el cielo una fiesta sin fin. Veremos a Dios cara a cara. Esperamos expectantes su abrazo, su ternura, su mirada, compartiendo la vida de Jesús resucitado. Oramos: Que cada momento me sumerja más adentro en la profundidad de tu Misterio (Isabel de la Trinidad).
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. Jesús recurre a las tradiciones de su pueblo. Hace una lectura de la promesa de Dios a los patriarcas, sosteniendo una relación de alianza con ellos. La muerte no quiebra esta relación. El vínculo de amistad que Dios estableció con los patriarcas es un vínculo tan fuerte que ni siquiera la muerte puede romper. El Dios de la Alianza es el Dios vivo y de la vida. Jesús apela a la autoridad de Moisés, pastor que hizo una experiencia del Dios de la alianza en el monte Horeb cuando lo descubrió en la zarza ardiente. Allí se reveló como el Dios liberador de la esclavitud y de la muerte.
“No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos”. Es el Dios de la vida, en presente, “no un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven”. Dios no puede ser el Dios de un pueblo muerto porque solo un pueblo viviente puede tener un Dios. La concepción que Jesús tiene del Padre, como bondad, como misericordia, le lleva a enseñar que nuestra vida no termina con la muerte. “Dios devivos” quiere decir que la vida viene de Dios y por tanto no termina con la muerte. A la luz de la fe la tragedia de la muerte no significa el fracaso de una vida, sino el comienzo de su plena realización. Esto nos urge a llenar nuestro presente con un significado nuevo. Hemos sido creados para la vida y no para la muerte. Oramos: Sumérgete en mí para que yo me sumerja en Ti, hasta que vaya a contemplar en tu luz el abismo de tus grandezas (Isabel de la Trinidad).
2.- Respuesta a la Palabra. Meditación
¿Qué imágenes de Dios aparecen en esta discusión?
¿Cómo entiende Jesús la vida futura?
¿Qué llamada te hace el Señor a través de su Palabra?
Como creyentes en Cristo ¿aceptamos el reto de dar testimonio de nuestra esperanza cristiana, en un mundo que siente un vacío de esperanza en el presente y en el futuro?
3.- Orar la Palabra
«Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro» (Credo). Con el don de su vida, muerte y resurrección él nos ha enseñado a vivir el presente con un significado nuevo, abriéndonos a un horizonte de eternidad insospechado.
4.- Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.
El profeta Daniel anunció, cuando Ciro –rey de los persas- le dijo: “¿Por qué no adoras a Bel?” (Dn 4,5); y Daniel respondió: “Yo adoro sólo al Señor mi Dios; él es el Dios vivo” (Dn 14,25).
Pedro Tomás Navajas, ocd.