DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO
Invocación al Espíritu Ven, Espíritu Santo.
Motivación. Para disponer el corazón.
Portones, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas, va a entrar el Rey de la gloria (Fiesta Presentación-símbolo de luz).
A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.
Marcos, consciente de que muchos no saben quién es Jesús, quiere contar a la comunidad quién es. Seguimos con la jornada de Cafarnaún, modelo de la misión de Jesús. Los discípulos ven de cerca el paso liberador de Jesús, aprenden a seguirlo de cerca; surgen los primeros malentendidos. Este pasaje nos ayuda a conocer qué hace Jesús, por qué lo hace, con quién lo hace, cuál es su fuente de inspiración. Es un aprendizaje para nosotros.
Proclamación de la Palabra: Marcos 1,29-39
“Y enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta.Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios”.
1. Fecundidad de la Palabra
Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. Marcos tiene un estilo apresurado, de movimientos rápidos. Necesitamos recorrer el texto a cámara lenta para entender su importancia. Marcos continúa el relato de la vida itinerante de Jesús, de la sinagoga a la casa, a la vida de cada día. La salvación que ofrece no sólo acontece en los lugares sagrados. La casa es muy importante en el evangelio de Marcos. Es el lugar de la estancia de Jesús y sus discípulos, lugar de su actuación y enseñanza, donde se aclaran las cosas que no entienden (cf. 7,17; 9,28.33; 10,10).
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. En la casa, Jesús se revela como sanador de la enfermedad, una de las experiencias más duras del ser humano. El mal intenta retener a la mujer atada a la cama. No le piden que cure a la suegra de Simón, sólo le hablan de ella; para Jesús eso es suficiente. La fiebre se consideraba como un demonio. Jesús la increpa, como increpó al espíritu maligno. Jesús sana.
Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Jesús se acerca, acoge con afecto. Se implica en la situación, toca. Toma de la mano (gesto prohibido para los varones), no tiene miedo de tocar, lo que indica la victoria sobre el mal. La mano del Señor siente el dolor, realiza maravillas. Al contacto con Jesús la mujer se levantó. El término levantó está ligado a la resurrección. Marcos utiliza el término diakoneo-diakonía para expresar que la mujer, una vez sanada, se pone a servir como actitud permanente, se convierte en discípula, seguidora de Jesús (unas mujeres servían y seguían a Jesús desde Galilea: Mc 15,40-41) y, como los discípulos, hace lo que distingue a Jesús: servir (cf Mc 10,45). En las primeras comunidades se sabía que uno se había encontrado con Jesús cuando se ponía a servir.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Al anochecer, ya pasado el descanso sabático, cuando aparece la primera estrella en el cielo, la gente puede moverse. Oyen hablar de Jesús y traen a la puerta de la casa, a la puerta de la comunidad, otro ámbito de sanación, a los enfermos y endemoniados, los más abandonados de la época. Le llevan el dolor de la humanidad. Jesús acoge a los considerados impuros; restaura al ser humano; se hace débil con los débiles. Esto es lo que tienen que aprender los discípulos. Llama la atención el término todo: todos los enfermos, toda la ciudad, todo el mundo te busca… Todos ven en Jesús la respuesta a sus necesidades y deseos.
Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. La misión de Jesús es hacer el bien cueste lo que cueste, pasar haciendo el bien. Sigue presente el secreto mesiánico, la imposición del silencio a los demonios y, más tarde, a los curados y a los discípulos. El motivo de ese silencio es evitar una comprensión equivocada de sus signos y de su mesianismo, que no es de poder sociopolítico sino de servicio y amor hasta el extremo…
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. La intensa jornada de Jesús se cierra, o comienza, con un momento de oración, práctica habitual de tiempos fuertes. Jesús se retira en la soledad de la noche a orar, al eremo. De madrugada, antes de que todo comience, para que, cuando suceda, pueda ser visto desde ese horizonte. No sabemos qué tipo de oración hace. Está con el Abbá, a solas, en relación incomparable con él, se abisma en él para hacer lo que hace el Padre. La identidad de Jesús no está sólo en lo que hace, sino en que ora, en que está con Dios siempre, todo su ser es oración. Su vida y su persona son inimaginables sin oración. Esto lo tienen que aprender sus discípulos: estando muchas veces tratando a solas con quien tanto les ama. No hablar mucho, sino recogerse en la profundidad del corazón, allá donde la Fonte, que mana y corre, está esperando a darse según el vaso de cada uno. La oración recrea la propia historia. (Año dedicado a la oración).
Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Las gentes tienen necesidad de Jesús. Pero Jesús les va a sorprender, no es como se imaginan. No quiere que se encierren en el resultado ya obtenido. La misión recibida del Padre es la que debe orientar sus decisiones. Comienza el malentendido entre él y sus discípulos, que irá creciendo a lo largo del evangelio; no entienden su ministerio. El texto no habla de discípulos, porque no se colocan como aprendices sino como dueños. La revelación de la identidad de Jesús se completa en su pasión, muerte y resurrección. No es el éxito o la fama lo que persigue Jesús. Sólo Dios marca su camino.
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios. El relato se cierra con la imagen de un Jesús peregrino incansable de la Palabra, dicha con autoridad, portador de vida para todos. Una palabra acompañada de signos que la hacen creíble. Lo que Jesús hace en los pueblos es predicar en las sinagogas y curar expulsando demonios. La jornada de Cafarnaún se repite por toda Galilea. La palabra de Jesús no es para un espacio cerrado, es para toda la humanidad. El reino se va manifestando en cada paso que da Jesús.
2. Respuesta a la Palabra. Meditación
¿Qué hemos aprendido en este evangelio sobre Jesús? ¿Y sobre nosotros? ¿Qué pretendía el evangelista Marcos al comenzar la narración del ministerio de Jesús con la descripción de un día “modelo”? ¿Cuáles son los criterios que determinan nuestro uso y distribución del tiempo? ¿Qué motivaciones sostienen nuestras actividades? ¿Qué lugar ocupa la oración en nuestra jornada?
3. Orar la Palabra
Haz memoria agradecida de Jesús. El Señor sana todas tus enfermedades, rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura… Genera vida, suscita alegría y esperanza, libera…
Alaba al Padre porque Jesús, su enviado, pasa haciendo el bien y curando a los oprimidos, carga con nuestras dolencias. Jesús entra hoy en tu casa… Preséntale tus dolencias. Pon en sus manos tus preocupaciones, él se interesa por ti. Deja que te tome de la mano y te ponga en pie. Que tu casa sea casa de salvación.
4. Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.
Podemos contar a alguien, en esta semana, nuestra manera de vivir nuestro seguimiento de Jesús, lo que hacemos cada día.
Pedro Tomás Navajas, ocd