Lectio divina: Mateo 17, 1-9 2º Domingo de Cuaresma

Invocación al Espíritu

Ilumínanos, Espíritu Santo. Transfigúranos. Abre nuestros ojos para ver a Jesús. Abre nuestros oídos para escuchar a Jesús. Ayúdanos a bajar a la vida de cada día llevando la luz del Evangelio.

Motivación

La belleza de la Palabra. “Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte o al collado, do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura” (Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, 36).

1. A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.

Contexto

De la humanidad probada (tentaciones) a la humanidad glorificada.

Texto relacionado con el seguimiento: “Si alguno quiere venir en pos de mí… tome su cruz y sígame” (Mateo 16,24). Reacción de Pedro: “¡Lejos de ti, Señor!”. Respuesta de Jesús: “¡Quítate de mi vista, Satanás!”. “La cruz: locura y escándalo” (1Cor 1,23).

Teofanía (como las del AT) para descubrir quién es Jesús.

2. Proclamación de la palabra: Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:

«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.

Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

«Levantaos, no temáis».

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:

«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

3. Fecundidad de la Palabra

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. “A los seis días” (en aquel tiempo): camino hacia el séptimo día, plenitud. Detalle de amor de Jesús a sus discípulos: acompaña a los escandalizados a una experiencia luminosa en el monte (Valle de Esdrelón), a un encuentro de oración. Los saca (salida de Abrahán) para que entren en la historia de salvación. Nuestra patria no es donde hemos nacido. Frente a la superficialidad, hondura; frente al ruido, silencio; frente a la oscuridad, luz; frente al aislamiento, encuentro.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Las zonas, que ven oscuras en Jesús, se iluminan. Oportunidad de ponerse en comunicación con la identidad de Jesús, camino de Jerusalén y la pasión, en obediencia al Padre. Jueces 5,31: “Aquellos que lo aman son como el salir del sol con todo su fulgor”. Jesús es lo que acontece cuando Dios habla sin obstáculos en un hombre

De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Un acontecimiento para abrir los ojos y ver a Jesús: donde nace la luz, donde crece el amor, donde nos espera. Jesús está en conexión con el AT; conversa con Moisés y Elías, que tuvieron experiencia de Dios en el monte; le otorgan autoridad, la que no le darán en Jerusalén. Jesús es quien revela a Dios como el que ama a los hombres. Una persona transfigurada es, sobre todo, alguien que ha «visto». Desdramatiza tus dramas, y con sola su presencia pone paz, una extraña pero verdadera paz en medio de todos los contrastes, dudas, cansancios y dificultades con los que la vida nos convida con demasiada frecuencia.

Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Llama a Jesús “Señor”, título muy usado en Mateo. Tiendas: experiencia de liberación en el éxodo. Pedro se siente tan bien que no quiere que aquello se acabe. Cuanto más dure la oración, piensa, mejor. Pero ese no es el fin de la oración.

«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo». Acontecimiento para abrir los oídos. Epifanía de la identidad de Jesús. La voz es el punto culminante de la escena. La voz es la expresión de la voluntad divina. Jesús tuvo que aclarar en el “monte” que su mensaje y su vida eran la voluntad de Dios. Desde la nube, porque el bien, la verdad y la belleza no lo puede captar nuestro cerebro. La nube: Símbolo de la presencia protectora de Dios (desierto). Esencial: Escuchar a Jesús. Su humanidad llevada a plenitud es Palabra definitiva.

Levantaos, no temáis. La presencia de lo divino asusta al hombre que se siente empequeñecido. La actuación de Jesús es conmovedora: «Se acerca» para que sientan su presencia amistosa. «Los toca» para infundirles fuerza y confianza. Y les dice unas palabras inolvidables: «Levantaos. No temáis». No tengáis miedo a vivir escuchándome a mí, siguiéndome.

Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos». Los discípulos han necesitado la transfiguración, pero los hombres están abajo, en la tierra, en la historia, y Jesús les invita a bajar, como una especie de vocación. Han de saber ver la identidad de Jesús en lo humano de cada día.

4. Respuesta a la Palabra.

¿Cómo es una persona transfigurada?

¿A qué personas (tres, puede ser) pedirías que te acompañasen a vivir una experiencia luminosa de fe?

¿En qué momentos orantes te has querido detener, diciendo: ¡Qué bien se está aquí!?

¿Vives transfigurado o desfigurado?

¿Cómo transfigurar la vida de la gente que te rodea?

¿Cómo es tu fe? ¿Te moviliza? ¿Te cambia la vida?

5. Orar la Palabra

En la oración encontramos nuestro verdadero ser: “Tú eres mi Hijo amado”. Todos somos personas transfiguradas…, aunque a menudo lo desconocemos. La transfiguración es un acontecimiento de oración.

Necesitamos desarrollar nuestra capacidad de admiración y de contemplación, para ver a las personas y a las cosas «más allá» de lo meramente superficial.

Ayúdanos, Señor, como Pedro, Santiago y Juan, a bajar a los caminos de la historia con el rostro radiante y la luz en las manos,
para anunciar y hacer presente la buena noticia de tu Reino.

6. Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.

Hay personas que todo lo que tocan o el ambiente en que viven lo transforman (transfiguran) en nervios y lo problematizan todo; sea en la vida familiar, comunitaria, política, laboral, eclesiástica, etc. Otros, más bien, trasfiguran la vida y los problemas en un clima de paz; hay quien transforma la vida, la enfermedad, los problemas en paz y serenidad. Transfigura la guerra en paz, el pecado en gracia, el odio en respeto y amor, la enfermedad en fuente de reflexión y aceptación de la propia finitud, la desesperación en esperanza.

¿Te animas a ser como estos? Feliz aventura.

Documentación:  LECTIO DIVINA. II DOMINGO DE CUARESMA: Mateo 17,1-9

 

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