Una forma de orar desde la cercanía a la vida

¿Dónde nos situamos?

Atrevernos a ver el mundo del revés (Magníficat).

La realidad puede que nos descoloque, porque «cuando teníamos todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas» (Mario Benedetti).

La realidad nos evangeliza. «Me han hecho obispo los pobres» (Romero).

En la realidad, el Espíritu nos agita (cf Jn 5,4), nos despierta.

La vida está llena de señales.

Al estilo de Jesús. Al estilo del padrenuestro aprendemos a decir «tu».

  • Aprender a mirar (cf Mc 12,41ss). Jesús se coloca en la explanada del templo para mirar lo pequeño e insignificante.
  • Aprender a escuchar (cf Mc 10, 46ss), al ciego mendigo que está gritando desde la orilla.
  • Aprender a compartir (cf Jn 6,9ss). Con un poquito de pan puede comenzar la fiesta.
  • Aprender a acompañar y ser acompañados (cf Lc 24,13ss). Se les había escondido la esperanza.

Dios es el gran protagonista de la oración y de la vida. Rompe nuestras lógicas. Respeto. Aprendizaje: vernos en los hermanos. «Lleva el Señor a cada uno como ve es menester» (6M 8,10). «Aprender las trazas de Dios» (F 15,8).

«Pretender que cambie la realidad sin cambiar nosotros es una estupidez» (Albert Einstein).

«Para que haya fuentes en el desierto tiene que haber pozos escondidos en la montaña» (Thomas Merton).

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