Millones de hombres y mujeres viven experiencia de la migración
El lugar de la celebración está a oscuras. Desde un rincón, dos seres humanos, símbolo de todos los inmigrantes, se ponen en camino. Llevan una mochila a las espaldas y una luz escondida entre sus manos, junto al pecho. Caminan muy lentamente, porque los caminos son largos.
«La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso; (Spe Salvi 49)». Tienen miedo y confianza. Muchos están también animados por la profunda confianza de que Dios no abandona a sus criaturas.
Se escucha la canción:
«Errante voy, soy peregrino, como un extraño voy bajo el sol. encuentro a dios en mi camino, consuelo y paz en mi dolor. unido a dios en alianza el nuevo pueblo en marcha va; luchando aquí por la esperanza de un mundo nuevo que vendrá. recorro el fin de mi camino. voy a mi patria, Jerusalén. nada me inquieta ya mi destino, porque el señor guarda mi fe.»
Algunas voces salen al camino. Intentan apagar la luz que trae todo inmigrante. Se escucha una música de fondo, que se apaga por momentos.
- ¿A dónde vas? vuelve a tu tierra. no tienes futuro.
- Te aguarda la muerte. las vallas por delante, el desierto a tus espaldas, y una arriesgada travesía con el mar bajo tus pies.
- Estorbas en nuestro reinado materialista del bienestar. vete.
- ¿Y la crisis? ¿no te has enterado de que estamos en crisis? no hay tarta para todos.
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Vigilia de oración: migraciones: peregrinación de fe y esperanza