Mi alma tiene sed de ti, Dios mio

¡DAME A BEBER TU AGUA!

El deseo es la antesala de nuestro encuentro con Dios. El deseo y la sed, que ponen en marcha al peregrino en busca del manantial. No temamos alimentar permanentemente el deseo del Corazón de Jesús hasta que este deseo se convierta en llama de amor viva en el corazón.

«El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios: y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el’ hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar» (Catecismo de la Iglesia Católica).

Texto bíblico

Jesús mismo es quien invita a todos a cultivar la sed y a saciarla en él.

«El último día, el más importante de la fiesta, Jesús, puesto en pie ante la muchedumbre, afirmó solemnemente: alguien tiene sed, que venga a mí y beba. Como dice Escritura, de lo más profundo de todo aquel que crea en brotarán ríos de agua viva» (Jn 7,37-38).

  • Tengo sed de Ti, Dios mío, la sed del caminante, que al mediodía, ansía la sombra y el agua fresca.
  • Tengo sed de Ti, Dios mío, porque la jornada es larga y el camino polvoriento. Porque la mirada se cansa de tanto dolor en el camino.
  • Tengo sed de Ti y de tu Reino. Ansío una tierra nueva donde los caminantes lleven el nombre de hermanos. Donde la libertad, la justicia y el amor no tengan mancha.
  • Tengo sed de Ti y quiero tu Agua. Me siento como tierra reseca y agostada, deseando ser saciada.
  • Tengo sed de Ti, Dios mío. ¡Dame a beber tu Agua!’

Peticiones

  • Por todos los que formamos la Iglesia, para que saciando nuestra sed en el Corazón de Cristo, nos convirtamos en testigos vivos de su amor. Oremos.
  • Por los pueblos que no conocen a Cristo, para que también a ellos llegue su cauce de vida y salvación. Oremos.
  • Por los enfermos, por los que se sienten solos, por los que tienen problemas, para que el amor y la misericordia de Cristo sean su fortaleza. Oremos.
  • Por los que anuncian el Evangelio, para que, animados por el Corazón de Jesús, sean ríos de agua viva, que recrean todo lo que tocan. Oremos.
  • Por nosotros, para que no nos cansemos de pedir la sed que nos hace ansiar de verdad el encuentro con el Corazón de Jesús y la continuación de su misión en el mundo. Oremos.

Oración

Señor, sácianos con el amor, la gracia y la paz, que brotan de tu Corazón, para que nuestra vida brote de ti, como de su fuente, y tienda a ti, como su fin. Ayúdanos a extender esta vida a los que nos rodean y a ser para ellos fuente de verdad y esperanza. Amén.

«La verdadera oración no está en las palabras de nuestra boca sino en los pensamientos de nuestro corazón. En efecto, los gritos más penetrantes a las orejas invisibles de Dios no llegan de nuestras palabras, sino de nuestros deseos. El deseo de nuestro interior posee una voz secreta que no se oye con los oídos humanos, pero que penetra en el oído del Creador». (San Gregorio el Grande)

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