Y nos abrió su corazón. Brindar alegría

Pinceladas

Algunas frases en torno a la alegría. Hacemos una breve pausa después de cada una para asimilar su sabiduría.

«La alegría y el amor son las dos alas para las grandes empresas» (Goethe).
«El hombre no puede vivir largo tiempo sin alegría» (Aristóteles).
«En la mano del que ofrece rosas siempre queda algo de fragancia’ (Proverbio chino).
«Donde reina la alegría, también florece la amistad’ (Guy).
«Dios ama al que da con alegría’ (San Pablo).
«Toda persona que esté en relación con Dios, sólo tiene una tarea en esta tierra: ser alegre’ (Kierkegaard).
«No enriquece la posición, sino la alegría» (Phil Bosmans).
«La auténtica alegría es la que brota del corazón» (Isidoro Sánchez).
«Una cosa bella es una alegría para siempre. En cambio el insulto, la mentira o la descalificación permanente del otro generan tristeza y desaliento» (Kent).

Texto bíblico

«Estad siempre alegres en el Señor; os los repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca por vuestra bondad. El Señor está cerca. Que nada os angustie; al contrario, en cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús» (Flp 4,4-7).

Comentario sapiencial

Hemos sido creados para la alegría, igual que hemos sido creados para crecer en el amor. Necesitamos decirnos esto muchas veces, para que no se nos olvide que el Corazón de Cristo nos llama al gozo.

Frente a tantas cosas que amenazan con angustiarnos, escuchamos una y otra vez la palabra del Corazón de Jesús: ‘Vuestra alegría nadie os la podrá quita’.

Las gentes de hoy nos miran a los ojos para ver si estamos alegres. La alegría es la mejor señal de que dentro llevamos los sentimientos del Corazón de Cristo.

Oración: «Concédenos, Señor, tu alegría»

Más unida al perdón recibido que a la perfección farisaica de las leyes. Encontrada en la persecución por el Reino más que en el aplauso de los jefes. Crece al compartir lo mío con los otros, se muere al acumular lo de los otros como mío. Se ahonda al servir a los criados de la historia más que al ser servidos como maestros y señores. Se multiplica al bajar con Jesús al abismo humano, se diluye al trepar sobre cuerpos despojados.

Se renueva al apostar por el futuro inédito, se agota al acaparar las cosechas del pasado. Tu alegría es humilde y paciente y camina de la mano de los pobres. Concédenos, Señor, la sencilla alegría. La que nace como una resurrección fresca entre escombros de proyectos fracasados. La que no logran desalojar los violentos ni la cárcel de los sistemas sociales, ni los edictos arbitrarios de los amos. La decepción más honda y golpeada no puede blindarnos para siempre contra su iniciativa inagotable.

Tu alegría es perseguida y golpeada, pero es inmortal desde tu Pascua. Concédenos, Señor, la sencilla alegría. La que es hermana de las cosas pequeñas, de los encuentros cotidianos y de las rutinas necesarias. La que se mueve libre entre los grandes, sin uniforme ni gestos entrenados, como brisa sin codicia. Tu alegría es confiada y veraz, ve la más pequeña criatura amada por ti, con un puesto en tu Corazón y tu proyecto.

Pensamiento

«¿Qué remedio para no estar triste? Arrimaos a Dios. ¿Cómo queréis descansar estando arrimados a una nave que nunca está quieta? Si estás arrimado a tu corazón y lleno de tu propia voluntad y antojo, ¿cómo has de descansar? Arrimaos a Dios. Subíos al cielo, donde no llegará tormenta de trabajos. Poned vuestra esperanza en Dios.» (S. Juan de Avila).

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