Ambientación
El icono es como una puerta abierta. Por ella viene a nosotros la salvación; por ella entramos en el misterio de Dios. El Corazón de Jesús es el más bello icono de Dios. Nos manifiesta la compasión de Dios por los hombres; a la vez nos llama amigos y nos incorpora a su condición de hijos en el Hijo. Nosotros conocemos nuestra debilidad y sabemos de la fragilidad de todo lo humano, pero a nuestro encuentro ha salido la misericordia entrañable de Dios. El corazón de Jesús es la oportunidad que tenemos de contemplar al Amor y de dejarnos embellecer por él.
Parábola
«El pescador solitario era un hombre de Dios. Un día tuvo la audacia de pedir al Señor un signo de su presencia y de su compañía: Señor, hazme ver que Tú siempre estás conmigo. Dame el don de experimentar que me amas y el gozo de saber que caminas conmigo.’ Cuando reemprendió el camino que le conducía nuevamente a su casa, observó con asombro que junto a las huellas de sus pies descalzos había otras cercanas y visibles. Mira, le dio el Señor, ahí tienes la prueba de que camino a tu lado. Esas pisadas tan cercanas a las tuyas son las huellas de mis pies. «La alegría que tuvo el pescador fue inmensa. Pero no siempre fue así. Vinieron días de tormenta y de frío. El pescador caminaba taciturno por la playa. Volvió sobre sus pasos y observó que, esta vez, en la arena, sólo estaban las huellas de sus dos pies descalzos. Señor, has caminado conmigo cuando estaba alegre. Ahora que el desánimo y el cansancio hacen mella en mi vida… me has dejado solo. ¿Dónde estás ahora? Amigo, le respondió Dios, cuando estabas bien yo caminaba a tu lado. Pudiste ver mis huellas en la arena… ahora que estás cansado y abatido he preferido llevarte en mis brazos. Las pisadas que ves en la arena son las mías marcadas por el peso de tu propio cansancio».
Salmo
En este salmo encontramos la gran definición de lo que es Dios: «El Señor es compasivo y misericordioso». Por eso damos gracias al Señor por todos sus dones, ante todo, por la experiencia gozosa del perdón. Que toda la Creación se una en la alabanza, para que toda lengua proclame la grandeza del amor del corazón de Jesús.
«Bendice alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas. Bendecid al Señor, todas sus obras, en todo lugar de su imperio. Bendice, alma mía, al Señor». (Sal 102)
Texto bíblico
«Es difícil dar la vida incluso por un hombre de bien; aunque por una persona buena quizás alguien esté dispuesto a morir. Pues bien, Dios nos ha mostrado su amor haciendo morir a Cristo por nosotros cuando aún éramos pecadores» (Rm 5,7-5).
Comentario sapiencial
Más allá del lógico argumento de san Pablo, nos conviene centrar la mirada en el amor desinteresado de Cristo. La muerte de Jesús es ante todo revelación del amor incondicional de Dios por nosotros, un amor no suscitado por nuestra buena conducta sino ofrecido gratuitamente para el perdón de nuestros pecados. Nuestra dignidad se apoya en la misericordia entrañable de Dios.
Oración
«Oh Cristo, Dios mío, que te humillaste para cargarme sobre tus hombros. Tú sabes por qué me elegiste. Aligera la pesada carga de mis pecados. Purifica mi corazón y mi mente. Condúceme por el camino recto, tú que eres una lámpara que alumbra. Pon tus palabras en mi boca. Que mi corazón no se desvíe a derecha e izquierda» (Juan Damasceno).
Pistas para el camino
«Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su Corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el sol que nace de lo alto… Mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos, mientras él no lo sea en misericordia. Y, porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también sus méritos». (San Bernardo).
«Ama y no te equivocarás. Ama y llegarás al mundo nuevo. Ama al que sea y como sea, y llegarás a Dios’ (M. Descalzo). ‘Cuando ames no digas: Dios está en mi corazón, sino yo estoy en el corazón de Dios». (K. Gibran).