Hace ya unos cuantos años el beato cardenal Pironio escribía:
«Los tiempos difíciles exigen hombres fuertes; es decir, que visan en la firmeza y la perseverancia de la esperanza. Para ello hacen falta hombres pobres y contemplativos, totalmente desposeídos de la seguridad personal para confiar solamente en Dios con una gran capacidad para descubrir cotidianamente el paso del Señor en la historia y para entregarse con alegría al servido de los hombres en la constitución de un mundo más fraterno Y más cristiano» (Euardo Pironio).
Estas palabras siguen teniendo hoy plena actualidad Las podemos hacer nuestras. Vamos a recorrerlas despacio:
- Nuestros tiempos siguen siendo difíciles, no ayudan a ver más allá de lo inmediato, a soñar sueños de futuro, donde germine la planta de la esperanza.
- Hacen falta personas nuevas, porque no está la solución en echar la culpa a las circunstancias, sino en preguntarnos cómo quiere el Espíritu que seamos hoy.
- Se marcan pautas: pobres, contemplativos, desposeídos de la autosuficiencia personal, confiados solamente en Dios, capaces de ver el paso de Dios en la historia.
- Quienes viven así abren caminos. Se empeñan en servir con alegría a todos aquellos para los que resulta tan difícil esperar porque nadie cuenta ni espera nada de ellos: los pobres, los marginados, los oprimidos, los desconsolados, los trabajadores que no ven reconocidos sus derechos.
- Encuentran su apoyo en el Corazón de Cristo, testigo de esperanza ayer, hoy y siempre.
Texto bíblico
La Escritura nos invita a dar este testimonio:
«Dad gloria a Cristo, el Señor, y estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida explicaciones. Hacedlo, sin embargo, con dulzura y respeto, como quien tiene limpia la conciencia». (1 Ped 3,15-16).
Comentario sapiencial
Llama la atención que sea la esperanza el aspecto llamativo de los cristianos.
¿Podemos decir hoy que lo que el mundo admira en los cristianos es la esperanza?
La esperanza se recrea en la contemplación amorosa en la oración, en el trato de amistad con Jesús.
La esperanza se hace vida cuando se convierte en palabra comprensiva y servicio claro en el encuentro diario con los que no conocen la vida cristiana.
Salmo
«Mi esperanza se enciende en ti que alimentas
el sentido último y deslumbrante de cada ser.
En el torbellino de la búsqueda y sus mil fracasos
me consuela saber que Tú compartes
cada una de mis horas.
Recuerdo que la profundidad de tu audacia creadora
fue compañera de los hombres que se fiaron de ti,
mientras que aquellos que obran
de espaldas a tus designios
construyeron la trampa que arruinaría su propio esfuerzo.
Yo convierto en canciones las esperanzas del camino
gracias a la luz de tu Palabra que ahuyenta todo terror.
Extranjero entre hermanos que te ignoran o niegan,
hallo en tu comunicación mi morada
y mi cueva más reconfortante.
Tuyo soy en lo que tengo y en lo que aguardo
derribadas por tierra todas mis vanas seguridades.
Tuyo en esta urgencia de entregar mi vida
a los frentes de combate donde se forja el futuro».
(Antonio López Baeza – Sal 119,49-56)
Bendición
«Dios sea contigo
y te enseñe los caminos del amor.
Sé diligente
y lleva con seriedad tu vida, firme en la fe,
para que así puedas recibir
aquello para lo que has sido amado.
Vive esperando;
Dios te dará la confianza inquebrantable
de que llegarás a amarlo con ese amor
con que se ama a sí mismo
el Dios trino y uno».
(Hadewich de Amberes).
Jaculatorias para este día
- Corazón de Jesús, en ti confío.
- Corazón de Jesús, tú eres mi única esperanza.
- Corazón de Jesús, contigo quiero ser testigo de esperanza.
- Corazón de Jesús, tú me ayudas a traducir la esperanza en gestos de fraternidad.