Espíritu Santo: Todos hemos bebido de un solo Espíritu

Animador: Nos reunimos en comunidad, junto a María, la Madre de Jesús, para esperar la nueva venida del Espíritu.

«En estos días de preparación para la fiesta del Espíritu Santo, pidamos: ¡Ven, Espíritu Santo, ven y dame un corazón que sea capaz de amar con humildad, con mansedumbre, un corazón grande para amar. Pidamos esta gracia al Espíritu Santo. Y que nos libre siempre del otro camino, el del egoísmo, que al final acaba mal. Pidamos esta gracia» (Francisco)

Canto:

«Ven, Espíritu de Dios, sobre mí,
me abro a tu presencia, cambiarás mi corazón.
Toca mi debilidad, toma todo lo que soy. Pongo mi vida en tus manos y mi fe.
Poco a poco llegarás a inundarme de tu luz. Tú cambiarás mi pasado. Cantaré.
Quiero ser signo de paz, quiero compartir mi ser. Yo necesito tu fuerza, tu valor.
Quiero proclamarte a Tí, ser testigo de tu amor.Entra y transforma mi vida. Ven a mí»

Lector 1: El Espíritu Santo, el día de Pentecostés, bajo los signos de un viento impetuoso y del fuego, irrumpe en la comunidad orante de los discípulos de Jesús, desata sus miedos, abre sus puertas, los inunda de su Presencia y así da origen a la Iglesia.

Símbolo: Una persona entra con la Palabra en alto, otra con una llama encendida, otra con una rama verde. (Se colocan en el medio del Grupo con los símbolos en alto, mientras se proclama la Palabra)

Lector 2:

«Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: ¿No son galileos todos estos que están hablando? Entonces ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua».

Lector 1: El Espíritu Santo da el don de comprender. Supera la ruptura iniciada en Babel -la confusión de los corazones, que nos enfrenta unos a otros-, y abre las fronteras. El nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, es un pueblo abierto, que proviene de todos los pueblos.

El viento y el fuego del Espíritu Santo deben abrir sin cesar las fronteras que los hombres y mujeres seguimos levantando entre nosotros; debemos pasar de Babel, de encerrarnos en nosotros mismos, a Pentecostés, abrirnos a los nuevos rostros de hermanos/as.

Gesto: Los participantes unen las manos mientas se ora

Animador: Envía, Señor tu Espíritu que limpie y abra nuestras mentes y nos conceda la gracia de la comprensión y el respeto a los que son diferentes.

Canto: Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu…

Animador: Envía, Señor, tu Espíritu que queme nuestra lógica del tener, del poseer y renueve nuestra vocación a la verdad y al amor.

Canto: Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu…

Animador: Envía, Señor, tu Espíritu para que fomentemos la cultura del perdón y del diálogo, cesen las guerras, los racismos y las desigualdades entre los seres humanos.

Canto: Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu…

Animador: Envía, Señor tu Espíritu para que en Cristo, único pan que nos alimenta a todos en la Eucaristía y nos atrae a sí en su cuerpo desgarrado en la cruz, lleguemos a ser un solo cuerpo y un solo espíritu.

Canto: Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu…

Animador: Envía, Señor, tu Espíritu que encienda en nosotros un nuevo ardor de Dios, y abramos caminos de Evangelio en nuestro mundo.

Canto: Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu, Ven, Espíritu…

Animador: Envía, Señor, tu Espíritu a la Iglesia una y múltiple, destinada a vivir en todas las naciones, en todos los pueblos, y en los contextos sociales más diversos.

Pausa de silencio

Lector 1: El Señor resucitado, a través de las puertas cerradas, entra en el lugar donde se encontraban los discípulos y los saluda: ‘La paz con vosotros’.

A cada uno de nosotros, de modo muy personal, el Señor nos dice: ¡la paz con vosotros!, ¡la paz contigo! Cuando el Señor dice esto se da a sí mismo. Él es la paz.

Lector 2:

«Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró, se puso en medio y le dijo: “Paz a vosotros”. Dicho esto, les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho de ver al Señor. Jesús repitió: “Paz con vosotros».

Momento de silencio

Lector 1: Nosotros cerramos continuamente nuestras puertas; incesablemente buscamos la seguridad y no queremos que nos molesten ni los demás ni Dios.

El Espíritu de Dios, donde entra, expulsa el miedo; nos hace conocer y sentir que estamos en las manos de un Dios-Abbá Todo bondadoso: suceda lo que suceda, su amor infinito no nos abandona.

La paz de Cristo circula a través del corazón renovado de hombres y mujeres reconciliados y convertidos en servidores de la justicia, dispuestos a difundir en el mundo la paz con la fuerza de la verdad.

Gesto: Nos damos la Paz unos a otros, mientras cantamos

Canto:

El Señor os dará su Espíritu Santo.
Ya no temáis, abrid el corazón.
Derramará todo su amor.

1.-Él transformará hoy vuestra vida.
Os dará la fuerza para amar.
No perdáis vuestra esperanza.
El os salvará.

2.-Él transformará todas las penas,
como a hijos os acogerá.
Abrid vuestros corazones
a la libertad.

3.-Fortalecerá todo cansancio
si al orar dejáis que os dé su paz.
Brotará vuestra alabanza.
El os hablará.

4.-Os inundará de un nuevo gozo
con el don de la fraternidad.
Abrid vuestros corazones
a la libertad.

Monitor: El Señor quiere que su misión continúe en nosotros, discípulos suyos.

Lector 2:

«Como el Padre me ha enviado, os envío también”. A continuación sopló sobre ellos y les dijo:”Recibid el Espíritu Santo: a quienes les perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán retenidos».

Monitor: El Señor sopla sobre sus discípulos, les da el Espíritu Santo, su Espíritu. El soplo de Jesús es el Espíritu Santo.

Al soplo, al don del Espíritu Santo, el Señor une el poder de perdonar. El Espíritu Santo une, derriba las fronteras, conduce a unos hacia los otros, teje la comunión entre los pueblos.

Pausa de silencio

Gesto: Colocamos una mano abierta delante de la boca y soplamos sobre ella deseando que el Espíritu, Dador de Vida, llene la tierra.

Monitor: La fuerza, que abre y permite superar Babel, es la fuerza del perdón. Jesús nos da el perdón y el poder de perdonar. El perdón viene de la cruz; él transforma el mundo con el amor que se entrega. Su corazón abierto en la cruz es la puerta a través de la cual entra en el mundo la gracia del perdón.

Gesto: Las personas que llevaron la Llama, la Palabra y la Rama verde se vuelven a colocar delante del grupo con los símbolos en alto.

♥ Cristo te dice: ‘Como el Padre me envió, también yo te envío a ti’: Que tu vida sea una bendición para los demás.

♥ Cristo te envía a llevar la gracia del perdón para transformar el mundo: Que todo lo que hagas refleje el corazón compasivo del Padre.

♥ Cristo te envía a llevar la paz para hacer un mundo más humano: Que tu alegría derribe los muros de la prepotencia.

Canto:

«El Señor ha estado grande, a Jesús resucitó,
Con María sus hermanos entendieron qué pasó.
Como el viento que da vida, el Espíritu sopló,
Y aquella fe incierta en firmeza se cambió.

Gloria al Señor, es nuestra esperanza,
Y con María se hace vida su palabra.
Gloria al Señor, porque en el silencio
Guardó la fe sencilla y grande con amor».

«Señor, ábreme el corazón para yo pueda comprender lo que Tú nos has enseñado. Para que yo pueda recordar Tus palabras. Para que yo pueda seguir Tus palabras. Para que yo llegue a la Verdad plena».(Papa Francisco).

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