La noche oscura

Juan de la Cruz contó y cantó la noche oscura como paso obligado para ir adelante en el camino hacia Dios.

«En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada;

En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía».

– La noche oscura es un símbolo, porque evoca muchas cosas: silencio, oscuridad, encuentro, luz, dolor, belleza, descanso, soledad, abandono, gozo, opción… Y también las noches de la humanidad, del propio corazón del hombre, la noche de Dios.

Creación original de san Juan de la Cruz, ha pasado a formar parte de la cultura espiritual, y hoy son muchos los que la utilizan.

– Celebrar la noche en la noche es una gracia que Dios concede a las personas que quiere acercar más a sí. – Orar en la noche es una ocasión para superar en nuestra vida tanta anécdota superficial y llegar

I.- PASOS

  1. Contempla la noche. Con calma. Escucha los sonidos de la noche. Estate atento a las diversas sensaciones que vayas experimentando. Familiarízate con la oscuridad.
  2. Recorre la noche con humildad. Acoge la actual situación de pandemia con esperanza; recorre el amplio mapa del hambre; toma conciencia de la violencia desatada en tantas partes de la tierra; recuerda lo poco que vale la vida humana en tantos países; pregúntate por el sufrimiento de los pueblos, la ausencia de Dios, etc…
  3. Mira tu propia noche. Dios que se te vuelve lejano; la vida que se te escapa de las manos; los ideales que se diluyen ante las dificultades; las enfermedades; la pobreza en cualquier sentido; los fracasos, las depresiones; problemas, nerviosismo con que vives la vida, etc…
  4. Entra sin miedo en la noche de Dios. Dios es oscuro para el hombre y para ir a él hay que purificar la fe, la esperanza y el amor. Puede que no entiendas sus caminos. La meta de la noche es la unión con Dios, o lo que es lo mismo, la renovación de la persona.

II.- ÉL VIENE A NUESTRO ENCUENTRO CON SU PALABRA. LÉELA EN LA NOCHE

  • Desde la sabiduría humana, Nicodemo fue al encuentro de Jesús en la noche (Jn 3).
  • Desde la noche de amor, la Samaritana fue al encuentro de Jesús en la noche (Jn 4).
  • Desde la ceguera de nacimiento, el ciego fue al encuentro de Jesús en la noche (Jn 9).
  • Desde las dificultades de la vida, los novios van a Jesús en la noche (Jn 2).
  • Desde la oscuridad de la muerte, las hermanas de Lázaro van a Jesús en la noche (Jn 11).

III.- LA NOCHE ES TIEMPO PROPICIO PARA ORAR

Tiempo de confidencia: «Hasta de noche me instruye internamente» (Sal 15). En la plenitud de vida está presente el Señor, fuente de alegría, descanso y serenidad. «Esta noche oscura es una influencia de Dios en el alma…, en la que de secreto enseña Dios al alma y la instruye en perfección de amor, sin ella hacer nada ni entender cómo» (San Juan de la Cruz).

Tiempo de revelación. Dios no nos oculta su rostro. «Salí al camino de los que me buscaban para prenderme… y ¿voy ahora a ocultarme de ti que me buscas para amarme? No di la vuelta a mi rostro cuando me lo abofetearon…, y ¿voy a darle la vuelta ahora que tú lo buscas para adorarlo, mirarlo y amarlo? No oculté mi cuerpo a los azotes…, y ¿voy a ocultártelo a ti, ahora que los buscas para abrazarlo?» (San Juan de Avila).

Tiempo de salvación. Incluso aunque tengas la sensación de que tú no trabajas, Dios sigue con su actividad silenciosa, empujando la fecundidad misteriosa del reino (cf Sal 126, 2). La tradición bíblica y patrística nos habla de que es en la oscuridad y tiniebla cuando se realiza la máxima comunicación de Dios. «La noche no interrumpe tu historia con el hombre; la noche es tiempo de salvación… La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección».

Tiempo para una bellísima súplica: «Quédate, Señor, con nosotros, porque se hace de noche».

Tiempo de perseverancia. «Los que de esta manera se vieren, conviéneles que se consuelen perseverando en paciencia, no teniendo pena; confíen en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan, ni les dejará de dar lo necesario para el camino, hasta llevarlos a la clara y pura luz de amor» (San Juan de la Cruz).

IV.- CANTA

«Que bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche…»

CIPE.

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