CUARTA SEMANA DE ADVIENTO

Lunes, 19 de diciembre  

“Y se le apareció el ángel del Señor…  le dijo: No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor… Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres” (Lucas 1, 5-25). 

Zacarías es un orante persistente. Día tras día pide un hijo a Dios. Hasta que un día Dios le ensancha el espacio de su tienda, rompe sus límites, y ahí, el marido de Isabel, se detiene y no entiende. La respuesta de Dios enmudece su mente y le abre al Misterio. 

Señor, me abro confiado/a a tu gracia, siempre me sorprendes y desbordas.  

Martes, 20 de diciembre

 «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».  «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.  «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. “porque para Dios nada hay imposible”» (Lc 1,26-38).

¡Alégrate! Es la primera palabra que escucha María en el silencio de su corazón. Alégrate porque el Señor está contigo. Cuando somos conscientes y vivimos estas palabras que también un día nos ha dicho el Señor, todo adquiere una dimensión distinta. Las alegrías se multiplican, la felicidad y la paz interior crecen, y los sufrimientos y las penas, que también llegan, se hacen mucho más livianas.

Señor, me pides que me alegre, que viva con esperanza la realidad, que confíe por encima de mis fuerzas. Señor quiero escuchar estas palabras cada día, quiero sentirlas en lo profundo de mi corazón quiero vivirlas en todo momento.

Miércoles, 21 de diciembre  

“María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!… Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lucas 1, 39-45). 

María se pone en camino, no se queda en sus problemas, no se queda paralizada y metida en sí misma, sino que abre horizontes. Cuando uno sale y va al encuentro de los demás y se mete en su vida para compartir una palabra, para ofrecer compañía, para caminar juntos aunque sea en silencio, oxigena el alma.

Dame un corazón como el tuyo, misericordioso para tender la mano, para acortar caminos y salir al encuentro para no cansarme de ofrecer vida, una y otra vez.

Jueves, 22 de diciembre  

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador… El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lucas 1, 46-56).

María se siente bendecida porque ha sabido ser de la gente sencilla, de los que han puesto sólo en Dios su confianza, de los que han creído cuando lo más fácil y lógico, era dar la espalda. Y Dios, como un día en María, quiere hacer en ti también maravillas. Esas pequeñas maravillas que hacen un mundo más humano y fraterno.

Ponme en paz, Señor, para que broten en mi corazón las músicas que te alaben y bendigan. Ponme en camino hacia CARITAS para celebrar con muchos la Navidad.

Viernes, 23 de diciembre  

“A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella” (Lc 1, 57).

Las obras de Dios nunca dejan indiferentes a nadie, nos sorprenden, nos dejan sin palabra, nos dejan maravillados, como a los vecinos de Isabel y Juan. El actuar de Dios en la historia y en nuestra historia es de misericordia. Bien es verdad que tiene sus caminos que a veces no son los nuestros, pero nunca defrauda, nunca nos deja en la cuneta.

Qué tu mano, Señor, esté conmigo y nunca me deje, que me tomes fuertemente y note la seguridad de tu presencia amiga.

Sábado, 24 de diciembre  

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación… Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc 1,67-79). 

Zacarías, ya nos anuncia lo que pronto va a acontecer, lo que esta nochebuena se va a hacer realidad. Dios cumple hoy sus promesas, porque Jesús es la promesa que Dios nos tiene preparado, es el gran regalo que desde siglos había estado envolviendo con inmenso cariño. Él es sol que va a disipar nuestras oscuridades, el que va a guiar nuestros pasos a la paz. El que nos va a reconciliar con Dios, el que va a dar sentido a tanto sin sentido.

Abre de par en par tu corazón y recibe al Niño Dios que viene. “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”. Siempre que me visitas, Señor, se me llena de alegría el corazón. 

Escucha este Evangelio con textos de los Místicos y una canción en la App Evangelio orado.

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