PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO

Lunes, 28 de noviembre 

Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho» Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mí criado quedará sano…” (Mt 8, 5-11).

Jesús se admira al oír la fe de un hombre, que no era mirado con muy buenos ojos por sus vecinos. Un hombre, que nos sorprende por su humanidad y por su apertura a lo diferente. Un hombre que se pone en camino de salvación con una gran confianza en Jesús. 

¡Ven a mi casa, Señor, ven y sáname con tu amor! Dime una palabra a mi soledad, a mis miedos, a mi esperanza. Que calle mi corazón y en ti descanse. 

Martes, 29 de noviembre  

Lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla… Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar…” (Lc 10, 21-24).

A Jesús le brota una alegría desbordante, y la deja correr a su alrededor como hace la fuente con el agua. Es la primera vez que los suyos realizan algo que responde a la acción del Espíritu: han ayudado a los caídos a recuperar su dignidad. La desconcertante experiencia de Dios, traducida en mil gestos de servicio a los demás, que posee la gente sencilla es un tesoro para la Iglesia. 

Me acerco despacio a las personas y me dejo sorprender por las maravillas que el Espíritu recrea en ellas cada día. Me alegro y alabo a Dios por todo ello.

Miércoles, 30 de noviembre

SAN ANDRÉS, apóstol

«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. (Mt 4,20)

Dejar las redes es un paso en este Adviento. Se trata de que entres en tu corazón sin las cosas que te dan seguridad aparente, que salgas de la rutina y de la pereza que te roban alegría. Inicia un camino de verdad. Lo más importante es el Dios que te llama y que desea encontrarse contigo. Tiene una palabra para ti en este Adviento. Abre los oídos del corazón y ponte a la escucha. El silencio y la oración pueden ayudarte.

Dispón, Señor mi interior para seguir caminando en el Adviento. La paz del corazón y la alegría del Evangelio me salen al encuentro.

Jueves, 1 de diciembre  

Dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca… » (Mt 7, 21. 24-27). 

El proyecto de Dios consiste en que toda la humanidad beba con abundancia en las fuentes de su amor. Pero hay todavía muchos corazones cerrados, enfrentados. Abre tus manos y di varias veces: “Hágase tu voluntad”.

¿Cómo cumpliré hoy, Padre mío, tu voluntad? Me pondré en tus manos. Esperaré que se cumpla tu proyecto. Te diré confiadamente amén.  

Viernes, 2 de diciembre  

Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David» Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?»  Contestaron: «Sí, Señor» Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe» Y se les abrieron los ojos…” (Mt 9,27-31)

La necesidad nos pone en camino y despierta la confianza para abrirse paso. Cuando alguien realiza gestos sencillos y pronuncia palabras de verdad, la fe se aviva. Antes de iniciar la jornada busca en tu interior tu fondo creyente. Que tú fe en Jesús, sea cada día, la lámpara que alumbre toda duda.  

¿Mi estilo de vida? El que sólo se explique si Jesús está en medio.  

Sábado, 3 de diciembre  

“Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36-37).

Los más pobres necesitan personas que les den la mano y el ánimo. Los pobres de la tierra esperan que Dios se haga presente. Hazte cargo de las personas que Dios ha puesto en tu vida. Cuídalas. No consideres perdido el tiempo que estés con ellas.

Mándanos, Señor, trabajadores con ternura, personas gozosas, hombres y mujeres con compasión.

Escucha este Evangelio con textos de los Místicos y una canción en la App Evangelio orado.

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