EN EL ADVIENTO RESUENA LA VOZ ESPERANZADA DEL DIOS DE LA TERNURA
Nos sorprende, al acercarnos al Adviento, ¡una fuente! ¡Una voz esperanzada! ¡Una carta del papa Francisco! Misericordia y paz:
«Este es el tiempo de la misericordia. Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar.» (Papa Francisco).
Venimos sedientos, con polvo en los pies de los caminos y nos sale al encuentro una fuente de agua cristalina.
«Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura.» (Papa Francisco).
Venimos con heridas, con cansancio, y una invitación despierta la ternura que llevamos dentro:
«Es el tiempo de la misericordia, para que los débiles e indefensos, los que están lejos y solos sientan la presencia de hermanos y hermanas que los sostienen en sus necesidades.» (Papa Francisco).
Vamos por la vida rodeados de indiferencia y un mensaje de esperanza nos llega al corazón:
«Es el tiempo de la misericordia, para que los pobres sientan la mirada de respeto y atención de aquellos que, venciendo la indiferencia, han descubierto lo que es fundamental en la vida.» (Papa Francisco).
Vamos por la vida cargados de miedos, de penas, de no amor y una nueva oferta de gracia alivia nuestro dolor:
«Es el tiempo de la misericordia, para que cada pecador no deje de pedir perdón y de sentir la mano del Padre que acoge y abraza siempre.» (Papa Francisco).
- Adviento: Tiempo de mirar hacia adelante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia divina.
- Adviento: Tiempo de abrirnos al Espíritu, que siempre indica nuevos senderos para recorrer y llevar a todos el Evangelio que salva.
- Adviento: Tiempo de vivir la misericordia porque es el camino seguro para que ella llegue a ser verdadero anuncio de consolación y de conversión en la vida pastoral.
- Adviento: Tiempo para hacer que crezca una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos