Lectura orante del Evangelio: Lucas 2,16-21
Que el Señor nos bendiga, nos proteja, ilumine su rostro sobre nosotros a lo largo de este año que hoy iniciamos.
Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al Niño, acostado en el pesebre.
La lentitud en el esfuerzo es contraria al Espíritu. Comenzamos el año buscando, corriendo hacia el Misterio. El amor nos espera. Tenemos prisa por fijar la mirada en Jesús, verdad entera y alegría desbordante para el ser humano. El pesebre es un signo gozoso también para nosotros. Naciendo pequeño y pobre, Jesús nos toca el corazón, nos infunde amor en vez de temor. María y José, cuyas vidas están totalmente orientadas hacia Jesús, nos muestran el camino. Sin ellos nos perdemos. José y María enriquecen nuestra vivencia cristiana, nos llevan siempre a Jesús. Jesús, José y María, bendecid al mundo con la paz.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores.
José y María, oyentes de la Palabra, oyen también lo que dicen los pastores, lo que proclaman, admirados, los pobres. Tienen el oído abierto para oír relatos de salvación gozosa, que ha provocado el nacimiento de Jesús. José y María nos enseñan hoy a compartir en grupo la fe y el amor a Jesús, nos invitan a ser discípulos misioneros. Nuestra fe se recrea escuchando la fe de los demás, compartiendo. Jesús, José y María, bendecid al mundo con la esperanza.
Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
José y María se han dejado llenar de la Palabra, el Hijo de Dios, hecha carne y han escuchado con ternura lo que dicen los pastores. Conservan meditando. María y José, que guardan el amor a Jesús en el corazón, son quienes mejor cuidan nuestra fe para que esta no se apague. Si las huellas de la fe se han borrado de nuestro corazón, José y María son los llamados a encender de nuevo el fuego del amor a Jesús. Es hora de acogerlos en nuestra vida, de contar con ellos. Jesús, José y María, bendecid al mundo con la unidad.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído.
Los pastores son los que vienen a interpretar el hecho a todos los que lo escuchan. Son como los intérpretes del mensaje que han recibido del cielo. Después de abrirse y compartir, vuelven los pastores a sus majadas dando gloria a Dios. El encuentro con Jesús, con José y María, colma la vida de alegría. No es para menos. La bondad de Dios ha aparecido en su Hijo, en él se ha mostrado cercano, entrañable, desbordante de ternura, humano. Jesús, José y María, bendecid al mundo con la alegría.
Y le pusieron por nombre Jesús.
José y María ponen a su hijo el nombre de Jesús. José y María son padre y madre de todos los creyentes. Nos dan su fe. Al darnos a Jesús, nos regalan la vida. En este nombre, en Jesús, está significado todo lo que Dios regala a la humanidad. En Jesús somos salvados, bendecidos, amados, hijos, hermanos. Podemos vivir como él, amar como él, ponernos el delantal para servir como él, trabajar por la paz como él. Con Jesús, todo es posible. ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!
Feliz Navidad! CIPE – diciembre 2022
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