Lectura orante del Evangelio: Lucas 24,13-35
En la dinámica sinodal, la escucha, el diálogo y el discernimiento se ordenan a una forma de ser Iglesia, en la que el “caminar juntos”, se visibiliza en la caridad y la corresponsabilidad de las decisiones sobre la vida y la misión (Fray Rubén Omar).
Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús.
Emaús es desaliento. Quieren dejar de seguir a Jesús. Como aquellos discípulos,también nosotros llevamos dentro desalientos. El rastro de la alegría se nos ha perdido, la fe se ha empequeñecido. Vamos por cañadas oscuras, pero Jesús nunca nos abandona.
Santa María, muéstranos a Jesús.
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos.
Emaús es encuentro. Si le damos a Jesús la ocasión de entrar en contacto con nuestros problemas, crisis, miedos y esperanzas alicaídas, nada está perdido. Cualquier situación es buena para que Jesús se acerque y comience a trabajar con nuestras pobrezas. Jesús se acerca, acompaña, escucha, pero no reemplaza a los discípulos en su proceso. La verdadera vida es fruto del encuentro íntimo y personal con Él. ¿Tomamos la decisión de dejarnos encontrar por Él?
Tú, Señor, caminas con nosotros, aunque no te reconozcamos. Nunca pierdes nuestro rastro.
Y les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Emaús es apertura a la palabra, haciendo memoria de lo vivido en el corazón. Jesús habla y aclara la manera tan oscura de pensar. Ilumina nuestra interioridad con su presencia. Nos da una sabiduría nueva para entender lo que nos pasa. Su gracia y verdad son más fuertes que nuestras tristezas.
Háblanos, Señor, mientras caminas con nosotros, hasta que arda nuestro corazón.
‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída’.
Emaús es eucaristía. Después de caminar con Jesús, nos sentimos atraídos por su presencia misteriosa. Nuestra esperanza revive con la presencia del amigo. Comienza la oración amistosa con él. Quédate, le decimos. Sentimos hambre de su pan partido. De nuevo se reenciende el fuego en nuestros corazones.
Quédate, y nos quedaremos contigo.
A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Emaús es fe en Jesús. Las escrituras y la eucaristía son indispensables para el encuentro con el Señor, para volver a confiar en el amor incondicional del Padre. Con Jesús, la última palabra no la tiene el cansancio ni el desaliento. Vuelven a experimentar la llamada de Jesús a seguirle y anunciar el Evangelio.
Danos ojos para verte, Señor.
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Emaús es anuncio misionero del Evangelio. Es hora de narrar las cosas del amigo de otra manera. Cuando tantas cosas han quedado destruidas, el Espíritu nos envía a construir, a abrazar, a proclamar la vida nueva de Jesús. ¿Quién nos separará de su amor? Estamos de fiesta con Jesús; nuestro mundo, más que nunca, necesita una fiesta solidaria. ¿Qué significa para nosotros caminar con otros?
Tu presencia, Señor, llena de perfume la casa. ¡Aleluya!
Feliz Pascua, feliz encuentro con Jesús – CIPE, abril de 2023