Lectura orante del Evangelio: Mateo 22,15-21
“La celebración del DOMUND significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia» (Papa Francisco).
Llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
La oración es entrar en un espacio de verdad. Nada de trampas ni de mentiras. La oración es un cara a cara con Jesús, que es la verdad, no para comprometer a los demás con trampas sino para comprometernos nosotros. Desde esta verdad podemos decirle al Señor: “Aquí estoy, envíame” (Lema del DOMUND). El Espíritu nos cambia la dinámica del engaño por la dinámica de la entrega. La pregunta es un camino humilde hacia la verdad, nunca debiera ser un arma para destruir al otro.
Señor, tú nos muestras la Iglesia entera. Queremos ayudar a que Evangelio siga sanando la dignidad herida de tantas personas. Aquí estamos, envíanos.
Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad.
Los misioneros y misioneras, con la ayuda del Espíritu, son testigos de Jesús, enseñan el camino de Dios, en todas las partes del mundo. Con sus limitaciones y pobrezas a cuestas, intentan que haya coherencia entre sus palabras y su vida. Cultivan la esperanza y la ofrecen al mundo. La belleza que han encontrado en Jesús la muestran entregando la vida por el evangelio. Son un regalo y estímulo para nuestra oración interior y nuestro compromiso. Pero la misión es de todos. Nuestro bautismo nos ha injertado en la misión de Jesús, nos ha hecho misioneros de la alegría de Dios. Nuestra oración y nuestra vida no pueden dejar de ser misioneras.
Señor, nos vemos débiles ante la misión, pero nos fiamos de ti. Gracias por contar con nosotros. Aquí estamos, envíanos.
¿Es lícito pagar impuesto al César o no?
Al ir a los cruces de los caminos con pies y corazón de evangelio, nos encontramos con preguntas que nos piden una respuesta: ¿cómo actuar en situaciones tan complejas? La gracia de vivir con Jesús en un seguimiento misionero es un abrazo que genera en nosotros agradecimiento, lucidez para saber cómo comportarnos. Los misioneros enseñan que los que salen de sí y se ponen en camino para anunciar a Jesús, tienen luz para saber manejarse en medio de los conflictos y trampas. La oración, como trato de amistad con Jesús, no es una ideología, sino un encuentro con él, un diálogo con los demás buscando discernir lo que Dios nos pide en cada momento.
Tú, Señor, puedes hacer de nosotros testigos de tu evangelio en el mundo. Aquí estamos, envíanos.
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Dar a Dios lo que es de Dios. Nada es más de Dios que la vida de sus hijos. Los pobres son de Dios, los pequeños, las gentes del mundo son de Dios. Y están a la espera de que alguien les anuncie el evangelio. Sin coacción, con inmenso respeto. Acompañando, en la entrega de cada día, hasta que surjan en los interlocutores las preguntas por el sentido hondo de la vida. Con la disponibilidad diaria de los misioneros y misioneras, llega la alegría al mundo entero.
“Juntos andemos, Señor” (Santa Teresa).