Lunes, 3 de julio
Santo Tomás, apóstol
«¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto» (Jn 20,28.29).
Tan extrema como fue su incredulidad es ahora la respuesta creyente de Tomás. Hace suyo al Señor que se pone en medio para servir y al Dios que se hace cercano por el amor. Convierte esta expresión de fe de Tomás en jaculatoria y repítela a menudo. “Señor mío y Dios mío”
Cura, Señor, nuestra falta de fe. Que aprendamos a crecer confiados en la palabra y el testimonio que nos llega a través de la comunidad creyente.
Martes, 4 de julio
“Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!». Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma” (Mt 8,26).
Aunque aparezca muy oscuro el horizonte de la humanidad, la Iglesia celebra el triunfo del amor y de la vida, la alegría pascual. Si un viento contrario obstaculiza el camino de los pueblos, si se hace borrascoso el mar de la historia, ¡que nadie ceda al desaliento y a la desconfianza! Cristo ha resucitado. Vete ante el Santísimo Sacramento, ora y adora. Exponle tus oscuridades y fracasos.
Señor, que sepamos distinguir tu presencia en medio de las tempestades de la vida. Que podamos vivir alegres y confiados en ti, que conduces la barca de la Iglesia y que en ella lleguemos al puerto al que tú nos conduces, alentados y seguros.
Miércoles, 5 de julio
“Desde los sepulcros dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? (Mt 8, 28.29).
Jesús no es propiedad de unos pocos privilegiados; cruza toda orilla y va al encuentro de todos los que están muertos en vida. No pienses mal de la Iglesia ni la reduzcas a los que piensan y sienten como tú. La Iglesia es misionera de todos los pueblos.
¡Cómo eres Dios mío! Estás en los que casi no son nada.
Jueves, 6 de julio
“¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados… Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. Se puso en pie y se fue a su casa” (Mt 9,2.8).
La fe que tenían los portadores del paralítico y el perdón de Jesús se encuentran. Del encuentro surge un nuevo comienzo para el paralítico. Pasa por tu corazón la situación de parálisis, de incapacidad para caminar y ser libres, que viven muchos pueblos de la tierra.
Ilumíname, Señor. Ayúdame a encontrar un estilo de vida liberador.
Viernes, 7 de julio
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores» (Mt 9,13).
Jesús mira y se acerca a quien más lo necesita, regala sanación y dignidad. Todos necesitamos aprender su lenguaje de misericordia. El amor está por encima del culto. «La misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos» (Gaudete et Exsultate 105).
Sé que te agrada, Señor; lo sé. Te agrada que acoja y ame a mis hermanos, tal y como son. Eso te agrada más que todas mis obras.
Sábado, 8 de julio
“El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan» (Mt 4,17).
El Reino que llega con Jesús no puede ser acogido con una simple reforma, sino que requiere un cambio y una renovación radicales. Lo nuevo que llega con Jesús siempre tiene que ver con el Amor que ensancha la vida.
Espíritu Santo, limpia mi odre viejo para ofrecer el gozo de tu Presencia a los hermanos.
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