Lunes, 28 de agosto
SAN AGUSTÍN, obispo y doctor de la Iglesia
“¡Ay de vosotros, guías ciegos” (Mt 23, 15).
Tremendas palabras de Jesús a los que deberían ser guías de las comunidades. Se han quedado en la superficie del mensaje. Hablan de un Dios que no tiene ternura ni entrañas de misericordia. No saben vivir ni dejan vivir a los demás.
“Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!, y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste” (San Agustín).
Martes, 29 de agosto
EL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA
“Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista” (Mc 6,25)
Juan es el profeta de la denuncia y del anuncio. Es un poco de luz en medio de la noche, una ráfaga de verdad en medio de la hipocresía. Gusta pero molesta. Intentan acallar su voz con la muerte violenta, pero su voz seguirá viva en el corazón del mundo. Acoge la voz profética de los que viven a tu lado. Reaviva la vocación profética que has recibido en el bautismo. Que los miedos no ahoguen tu voz ni escondan tu verdad.
Me duele la confrontación con mis hermanos. Me duele y la rehúyo, Señor. Pero cómo me ayuda encontrar una voz que me diga las verdades con amor.
Miércoles, 30 de agosto
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados!” (Mt 23,27)
Dura acusación a los que se preocupan sólo de su comportamiento externo, de aparecer como fieles practicantes de la ley, pero por dentro están llenos de hipocresía. Cuida tu interior para que tus obras reflejen siempre tus sentimientos, tus pensamientos, tus convicciones más hondas
Dichoso el que confía en el Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
Jueves, 31 de agosto
“Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (Mt 24,42)
La obra maestra la realiza Dios, pero a la persona le toca disponerse para ello. La oración es una espera del Señor con la puerta abierta y la candela encendida. Haz todos los días unos minutos de oración para poner tu corazón en sintonía con Dios, unos minutos para escuchar a Dios y a los hermanos, unos minutos para atender a los más pobres.
Aquí estoy, Señor. Aguardo tu venida. Con el oído atento para oír tu voz. Con el corazón preparado para el encuentro.
Viernes, 1 de septiembre
“¡Que llega el esposo, salir a recibirlo!” (Mt 25,6)
El Señor siempre llega. Cumple su promesa. El problema está en nosotros, que nos hemos cansado de esperarle. Aun así, Él viene, viene, viene siempre. ¿Cómo recibes a Jesús? ¿Con rutina o con alegría? ¿Cómo recibes a los que viven contigo? ¿Con gozo o con indiferencia?
Entra en mi casa, Señor. Entra en mi corazón. Que lo mío sea tuyo y lo tuyo mío. Gracias. Amén. Aleluya.
Sábado, 2 de septiembre
“Tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra” (Mt 25,25)
¡Qué malos de digerir son los límites! Da tanta vergüenza verse pobre, que uno tiende a esconder las pobrezas. Pero Dios hace maravillas en el pobre. Recuerda a aquella mujer que entregó lo poquito que tenía y que fue presencia alentadora para Jesús porque en aquel pequeño gesto había mucho amor. Recuerda a María que, lejos de esconder su pequeñez, la abrió de par en par ante Dios para que la besara, y de su pequeñez le nació una hermosísima canción.
Te doy toda mi pobreza. Tú, haz lo que quieras. Yo cantaré con mis hermanos tu amor.
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