Lunes, 16 de enero
“A vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2, 22).
La nueva comunidad que surge en torno a Jesús no se construye sobre una disciplina de normas, sino sobre la libertad y la confianza. Viven con él una relación de amigos. Si te encuentras con Jesús te nacerá un nuevo gusto por la vida, la belleza de lo pequeño te estremecerá.
Estrena el día junto a Jesús con la paz y la solidaridad en las manos y en el corazón.
Martes, 17 de enero
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado» (Mc 2,27).
Los discípulos de Jesús están estrenando la libertad. La libertad es don y tarea diaria. A veces nos cuesta acepar la novedad del Evangelio. Nos quedamos en las tradiciones, la costumbre o el legalismo; en lo que siempre se ha hecho, sin atrevernos a estrenar la novedad profética que el modo de vida de Jesús implica.
Acoge el don de Dios, don que nos hace extraños al mundo, pero a la vez, un regalo para el mundo.
Miércoles, 18 de enero
“Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo. Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio» (Mc 3,3).
Y Jesús puso en medio al que estaba marginado, puso delante al que estaba detrás, ensalzó al que estaba segregado. Si sigues con Jesús descubrirás que decir estas cosas conlleva un precio. Merece la pena que todo ser humano camine con dignidad.
Camina con la dignidad de los hijos/as de Dios y agáchate con la misma dignidad para dar la mano y levantar a todos los caídos.
Jueves, 19 de enero
“Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo” (Mc 3,10).
Una gran muchedumbre seguía a Jesús. Para Jesús las gentes que le siguen no son una masa anónima y sin forma. Para Jesús todos tenían rostro, necesidades y deseos; y sabía que acudían a él sedientos de verdad y de sentido, cargados con sus dolores y sufrimientos. Y todos querían tocar a Jesús. Si caminas con Jesús y le dejas que pase a tu corazón, si aceptas que sea tu amigo, entonces el reino llega a ti, y con él, el perdón y el crecimiento en el amor
Déjate sorprender por el amor siempre nuevo de Jesús.
Viernes, 20 de enero
“Jesús, mientras subía al monte, llamó a los que quiso, y se fueron con él. E instituyó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13).
Jesús llamó a los que quiso. No llamó a los mejores, ni a los más buenos, ni a los más importantes… ¡Llamó a los que quiso! Y hoy quiere llamarte a ti. Tu vida tiene sentido con esta llamada. Él pronuncia hoy tu nombre, te mira y te invita a ser de los suyos, a que estés con él y te sumes a su proyecto.
Señor Jesús, te doy gracias porque me has llamado. Si miro mi vida, me siento pequeño e incapaz. Me cuesta creer que cuentes conmigo per “déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante” (Cantares 1, 14).
Sábado 21 de enero
“Llega a casa y de nuevo se junta tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí” (Mc 3, 20-21).
Qué difícil nos resulta algunas veces comprender a Jesús. Su propia familia no le entiende, pensaban que estaba loco. También a nosotros nos produce vértigo acercarnos a Él. Pero para Él solo existe una razón: hacer presente el Reino. Y amar sin medida, como había aprendido del Padre. Jesús estaba loco de amor. Dichosa locura que tantos Bienes nos trajo.
Haznos locos de amor, como Tú, Señor Jesús.
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