Evangelio de la primera semana de Adviento

Lunes, 30 de noviembre

SAN ANDRÉS, apóstol

“Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” (Mt 4,20).

Dejar las redes es un paso en este Adviento. Se trata de que entres en tu corazón sin las cosas que te dan seguridad aparente, que salgas de la rutina y de la pereza que te roban alegría. Inicia un camino de verdad. Lo más importante es el Dios que te llama y que desea encontrarse contigo. Tiene una palabra para ti en este Adviento. Abre los oídos del corazón y ponte a la escucha. El silencio y la oración pueden ayudarte.

Dispón, Señor mi interior para seguir caminando en el Adviento. La paz del corazón y la alegría del Evangelio me salen al encuentro.  

Martes, 1 de diciembre

“Has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños” (Lc 10,21).

Reconoce y acepta que este tiempo de pandemia, con sus luces y sombras, es el lugar donde Dios nos dice su palabra en este Adviento. No te sorprendas de tu mal humor al ver que no consigues respuestas a lo que está sucediendo. Una cosa puede llenarte de esperanza. Dios no deja de revelarse a los sencillos. Dios no deja de llamarte. Te quiere tanto que aprovechará cualquier ocasión para entablar la amistad contigo, más aún, en esta situación desconcertante.

Camino en el Adviento abierto a las señales que cada día llegan inesperadas. Tu mi Dios quieres decirme algo y quieres decir en mí algo a los que peor lo pasan. Siempre vienes para todos.

Miércoles, 2 de diciembre 

“Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer” (Mt 15, 32). 

Acojamos esta pregunta inquietante, de Jesús, teniendo delante de nosotros los rostros de hombres y mujeres, niños, muchos niños, hambrientos todos, con las manos extendidas en busca de ayuda. Jesús mira al ser humano en su totalidad. Le da la palabra, pero también el pan. Es la hora de la fraternidad universal, de implicarnos en la práctica de un amor concreto con cada ser humano, para que el gesto de ayuda sea sentido no como una limosna humillante, sino como un compartir fraterno.

Jesús, tú eres el Pan de la Vida. Contigo quiero ser pan partido para mis hermanos/as. Acoger tu llamada y continuar tu cena partiendo nuestro pan con el hambriento.

Jueves, 3 de diciembre

“Entrará en el Reino de los cielos, el que hace la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21).

Los fracasos, los sinsentidos de la vida, la incertidumbre de este momento de pandemia, no tienen la última palabra. Son señales que te indican que tu vida necesita beber en otra fuente de aguas más limpias. Las dificultades que encuentras no se solucionan culpabilizando a los demás. Cambia los lamentos por la ofrenda. Abre en tu vida un espacio para Dios, para que pueda ser Dios en ti. Si puedes, dile a Dios: “Hágase tu voluntad”. Díselo muchas veces, hasta que lo vaya diciendo tu corazón. Y quédate así, a la espera.

Me acerco a los demás como una bendición, como una humilde presencia, que no se impone sino que se pone en medio, como una casa con luz,  por si puede servir de ayuda a alguien.  

Viernes, 4 de diciembre

“Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: ‘Ten compasión de nosotros, hijo de David’” (Mt 9,27).

Dos ciegos dialogan con Jesús, y emprenden el camino de la esperanza. Para ellos el encuentro con Jesús fue una gracia, una sorpresa del Dios que no hace más que amar. En este tiempo de Adviento nos acercamos a Jesús para recibir su misericordia, que limpia nuestros ojos para mirar la vida no con desolación, sino con esperanza. Porque, ¿cómo mirarnos y amarnos como hermanos sin tener los ojos limpios?, ¿hacia dónde caminar sin ver a Jesús que va delante?

Quiero verte Jesús, contemplar tu rostro, alegrarme de verte, mirar la vida con ojos nuevos y ser reflejo tuyo para los demás. 

Sábado, 5 de diciembre

“Gratis habéis recibido, dad gratis” (Mt 10,8).

Las palabras de Jesús nos invitan a abrir de par en par el corazón a la gracia. Lo más importante de la vida lo recibimos gratuitamente. Y “si no conocemos que recibimos no despertamos a amar” (Santa Teresa). Cuanto más se extiende la gratuidad más espacio le estamos robando al mal. Evangelizar, o sea anunciar la gracia, tiene que ver con acoger, curar, ensanchar el corazón, perdonar. 

¡Ven, Espíritu Santo! Ayúdame a descubrir los dones que he recibido.  Muéstrame lo que esperas de mí  para bien de todos.

Documentación:  PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO

Escucha este Evangelio acompañado de una canción y palabra de los Místicos, descargando la Aplicación: Evangelio orado

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