El Vía Crucis de las manos

…¿Por qué no haces nada…?

Muchas veces te he reclamado, Señor:

¿Por qué no haces nada Por aquellos que mueren de hambre?

…¿Por aquellos que están enfermos?

…¿Por aquellos que no conocen el amor?

…¿Por aquellos que sufren injusticias?

…¿Por aquellos que son víctimas de las guerras?

…¿Por aquellos que no te conocen?

Yo no entendía, Señor. Entonces Tú me has contestado:

«Te he hecho a ti, te he dado las manos»

PRIMERA ESTACIÓN MANOS OFRECIDAS

Jesús se entrega a sí mismo en la Cena Pascual

«Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con sus discípulos y les dijo: ‘¡Cómo he deseado celebrar esta Pascua con vosotros antes de padecer!’… Tomó entonces un pan en sus manos, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: ‘Esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío'» (Lc 22,14-19)

Se estaba acercando la Pascua. Jesús sabía que los jefes del pueblo lo buscaban para matarlo. Y por eso, desea estar con sus discípulos y compartir con ellos el pan para hacerles comprender el sentido de su muerte: nadie le quita la vida, Él la entrega voluntariamente. No ha vivido con las manos cerradas para defenderse a sí mismo. Sus manos fueron manos ofrecidas: siempre estuvieron abiertas a Dios y a los demás.

Y nuestras manos, ¿Cómo están? ¿Qué defienden?

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