Lunes, 4 de marzo
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo” (Lc 4, 24).
Las gentes de su pueblo querían controlar a Jesús, utilizarlo sólo para sus intereses nacionalistas. Jesús se abre paso y abre paso a la gracia, que es para todos. Y lo hace en la sinagoga. Y la esclavitud, impuesta por las explicaciones de siempre, queda rota por su enseñanza. Disponte a mirar bien a Jesús en tu corazón, y a dejar que hable con libertad en medio de tu vida.
Jesús queremos aprender de ti, a ser libres, sin ataduras que esclavizan. Libéranos. Así podremos ir por la vida liberando a todos los oprimidos.
Martes, 5 de marzo
«Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano» (Mt 18, 35).
¡Qué tres palabras para rumiar por dentro: Perdonar, de corazón, al hermano. Recuerda que el mundo actual se encuentra sacudido en las raíces por la violencia, por la intolerancia, por las migraciones y las crisis de valores, y está esperando una palabra de reconciliación. Únete a todos esos hombres y mujeres que inician cada jornada la tarea ardua y apasionante de la solidaridad, de la paz y el respeto a todos.
Abro mi vida a la misericordia entrañable del Padre. Él llena de paz mi corazón y lo dispone para el reencuentro y la reconciliación con el hermano.
Miércoles, 6 de marzo
“No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud” (Mt 5, 17)
Acoge al Espíritu que se manifiesta en plenitud en Jesús y de forma multicolor a lo largo y ancho del mundo. Únete a tantos hermanos y hermanas que confiesan que el único que les ha salvado siempre, una y mil veces, ha sido Jesús. Ofrece con tu creatividad un contraste a la rutina y a la injusticia. Pon ternura en el mundo.
Espíritu divino, vivifícanos, haznos permanecer fieles a la verdad, a la vida, al amor.
Jueves, 7 de marzo
“Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11, 20).
Contempla a Cristo que sigue actuando. Siempre se encuentra donde la gente sufre. Búscalo ahí. Contempla también el poder del demonio, que encierra a los hombres dentro de sí y los incapacita para la comunicación y el encuentro. La comunidad de Jesús tiene su casa allí donde hay opresión. Su tarea consiste en aportar liberación como el Espíritu le sugiera. Oramos para percibir la llegada del reino en los mil gestos de liberación que continúan la tarea de Jesús.
«Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad. Amén».
Viernes, 8 de marzo
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”… “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 30-31).
Si quieres saber si recibiste el Espíritu pregunta a tu corazón si encuentras en él el amor a Dios y al hermano. No busques qué dar al Señor. Date a ti mismo. Dios es amor, y no puede más que darte su amor. Camina con Cristo y canta con alegría. El que te pide que ames, va contigo, abriéndote el camino.
«Nuestra oración, hoy, es amar, amar sencilla y gratuitamente».
Sábado, 9 de marzo
«¡Oh, Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo» (Lc 18, 11-12).
La falsa oración del fariseo solo muestra un ego muy grande, sin espacio para Dios por mucho que pronuncie su nombre. Exhibe su riqueza, tanta, que no necesita a Dios. Sin espacio para los demás. ¿Tiene corazón? La oración del publicano muestra un corazón vacío de ego, abierto a la misericordia de Dios. Se sabe pecador, el más pobre de todos los hombres. El vacío del corazón humano solo Dios lo puede llenar, por eso espera en él.
Abrimos nuestras manos vacías ante ti, Señor de la vida. Mira nuestra fragilidad y pobreza. Ten misericordia y llénanos de ti. Ábrenos a los demás.