Lunes, 13 de mayo
“No estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 32-33).
Jesús y el Padre son uno. Ha tenido el coraje de meterse en situaciones complicadas. Ha sido su forma de vencer al mundo y sus miedos. Jesús sabe que los suyos van a pasar por las mismas dificultades, por eso les comunica palabras de ánimo. Son palabras de un amigo en la prueba. La fortaleza para afrontar la violencia, la persecución, se apoya en la victoria de Jesús.
Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.
Martes, 14 de mayo
SAN MATÍAS, apóstol.
“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor” (Jn 15, 9).
Jesús nos pide que permanezcamos en el amor, comprometidos con los que están en las orillas, entregando la vida por ellos, sobreponiéndonos al cansancio y agarrándonos con fuerza a la esperanza. Cuando el amor se extiende por el mundo, se alegra el corazón del Padre.
Ven, Espíritu Santo, afianza mis pies en el camino de Jesús. Que mi vida sea un testimonio de fe y de esperanza.
Miércoles, 15 de mayo
SAN ISIDRO LABRADOR
“Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros” (Jn 17,11-12).
El Espíritu realiza la unión entre los amigos de Jesús. Con creatividad y belleza enseña el lenguaje de la comunión, del respeto y del cariño. Acércate, habla con la gente. Colabora con otros para llevar algo a cabo. Haz tuyos los dolores y gozos de los que te rodean.
Jesús, con mi mano abierta, quiero acoger de todos tu regalo. Jesús, con mi mano ofrecida, quiero ofrecerles a todos tu sonrisa.
Jueves, 16 de mayo
«Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21-22)
Jesús nos invita a tener una mirada capaz de ver toda la realidad: las pequeñitas y grandes cosas habitadas por el misterio de la Trinidad. Y el Espíritu nos desafía a ver si somos capaces de ver en los hombres y mujeres que viven junto a nosotros, más allá de toda apariencia, el misterio de Dios que los habita.
¿Cómo es posible, mi Dios? ¡Me has amado como has amado a Jesús! ¡Amas a cada ser humano como me amas a mí! ¿Cómo los amaré yo?
Viernes, 17 de mayo
«Sígueme» (Jn 21,19).
El Espíritu es quien renueva en nosotros la espontaneidad de nuestra respuesta a seguir a Jesús. Incluso en los días de tormenta el Espíritu permanece con nosotros. Jesús es fiel. Su mirada y su palabra no se alejan de nuestra vista. Confía en nosotros. La presencia del Espíritu en nosotros nos despierta a una compasión y a una infinita bondad del corazón.
¡Qué gozo poder decirte cada día: Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero! Enséñame a esperar siempre la victoria de tu amor.
Sábado, 18 de mayo
“El discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho” (Jn 21,20).
¡Qué importancia tienen para toda la comunidad los que se han sentido amados por Jesús y han buscado frecuentemente su intimidad! Da apoyo y aliento a todos los que viven con el corazón encogido por el terrorismo. Busco cada día la intimidad contigo.
Mi corazón, Señor, es para ti. Gracias por las presencias alentadoras que encuentre entre la gente. Gracias por tu Espíritu que alienta mi caminar.
¡Ven, Espíritu Santo, ven!