OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes, 27 de mayo

«Jesús se les quedó mirando y les dijo: Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo Puede todo» (Mc 10,27).    

La vocación cristiana nace de una propuesta de amor del Señor, y solo puede realizarse como una respuesta de amor. Jesús invita a sus discípulos a la entrega de su vida, sin cálculo ni interés humano, con confianza plena en Dios.

Abro mis manos y mi corazón y me dejo hacer por ti. Yo me hago capacidad y Tú te haces torrente de gracia.

Martes, 28 de mayo  

«No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más … Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».  (Mc 10,29-31).   

Jesús nos invita a vivir en gratuidad, entregando la propia vida a Dios y poniéndola en sus manos al servicio de los hermanos y de las hermanas. Nos propone un estilo de vida evangélico que ensancha la familia y crea comunidad. Nadie que haya dejado… quedará sin recibir. Dios es buen pagador. Haz frente al deseo de acumular con tu vida compartida.  

Ligero/a de equipaje, te sigo Jesús. En mi mochila, tu alegría y un pan para una eucaristía.

Miércoles, 29 de mayo  

“El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos»” (Mc 10,4-453).  

Jesús va a Jerusalén a dar la vida. Los discípulos van a Jerusalén con pretensiones de acumular poder y dominio. El contraste es evidente. Recorre este día el sendero del servicio. No es muy transitado, pero conduce a un bellísimo paisaje.  

Cada noche me preguntas: ¿Serviste hoy? Y yo, sin decir nada, te muestro el delantal, abro mis manos ante Ti.

Jueves, 30 de mayo  

“Jesús, ten compasión de mí… «Rabbuní, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino” (Mc 10,47).  

Es un ciego el que grita. Está al borde del camino. Su grito molesta a los que van por el camino. Pero él grita mucho más para que lo oiga Jesús. Haz silencio para escuchar las voces de los sin voz. Hay necesidades a tu alrededor que están esperando unos oídos que escuchen.  

Te grito y Tú me escuchas. Tu escucha abre mi oído para escuchar otros gritos que vienen de las orillas de los caminos.

Viernes, 31 de mayo  

Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lc 1,42. 43)

María nos muestra su estilo de orar en la Visitación a su prima. Es una oración que se pone en camino para servir con alegría. Su oración es contemplativa porque camina con el misterio inmenso de Dios en sus entrañas. María refleja la luz de Cristo en cada palabra, en cada mirada, en cada encuentro. Todo lo siembra de serena alegría. Trabaja, habla, relaciónate, pero hazlo consciente de que llevas dentro de ti a Jesús.

 Y tú María, sin decir nada, me visitas y me llenas de gozo. Juntos proclamamos la grandeza del Señor.

Sábado, 1 de junio  

“¿Quién te ha dado semejante autoridad?” (Mc 11,28).  

Jesús conoce al Padre. En su manantial bebe cada día. Ahí encuentra la fuerza y la seguridad para recorrer el camino del amor. ¿Cómo afrontas los miedos que te impiden ser tú mismo/a? Sal a su encuentro desde tu experiencia de Dios y verás cómo desaparecen como una nube que pasa.  

Ven, Espíritu Santo, quitador de todo miedo. Dame la fortaleza para ser testigo del Evangelio.  

Escucha este Evangelio acompañado de una canción y palabra de los Místicos, descargando la Aplicación: Evangelio orado

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