TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO: Lucas 3,10-18

Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (Papa Francisco)

La gente preguntaba a Juan: ¿Qué tenemos que hacer?

Con Jesús intuimos que nuestras vidas pueden cambiar y que este mundo puede ser distinto. Nos lo sugieren los profetas que el Señor nos regala en el camino. Por muy perdida que esté nuestra vida, todos podemos abrirnos a la salvación, sentir dentro un gemido de vida nueva y disponernos a ser amados por Dios. Cuando damos un paso a la conversión brota la alegría en los corazones y el mundo se llena de perfume. Gaudete, alegraos, con la música de Juan Bautista, de Juan de la Cruz, para danzar a ritmo de evangelio. Caminando hacia el descubrimiento de nuestro verdadero ser, viviendo y actuando desde nuestro profundo centro, de donde fluya humanidad hacia los demás.

Llénanos de alegría en el Espíritu Santo.

El pueblo estaba expectante.

Multitudes inmensas de pobres, zarandeados en pequeñas pateras por el oleaje del mar, son un signo de hoy, interpelante, que habla del gemido profundo que lleva dentro el ser humano. Gentes que buscan y no se acomodan, a quienes la esperanza mantiene despiertos, son un signo de ese no sé qué que se alcanza por ventura (Juan de la Cruz). Cuando no nos dejamos llevar por una alegría consumista, individualista, somos un signo. La esperanza tanto alcanza cuanto espera.

Gaudete, alegraos, vuestra tristeza se convertirá en alegría… Volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría (Jn 16,22).

Yo os bautizo con agua. Viene el que puede más que yo.

Cualquier voz que habla de Jesús no es todavía su voz. Ni cuanto nos dicen los precursores se identifica con lo que nos dirá Jesús. Pero cuánto bien nos hace escuchar a los que hablan y sirven a los pobres en su nombre, mirar a los que ponen en él su esperanza y su alegría.

Gaudete, alegraos. Acerquémonos a las personas que son una revelación de alegría.

Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Aquí está la clave de este evangelio. El Adviento es un cairós, un tiempo oportuno, que nos ayuda a descubrir nuestra identidad, lo que somos por gracia. El bautismo con Espíritu y fuego nos desvela lo que somos: sientes que Dios te ama de veras… e igualándose contigo, te dice: Yo soy tuyo y para ti, y gusto de ser cual soy para ser tuyo y para darme a ti (Juan de la Cruz). Dios en nosotros, nosotros en Dios.

Gaudete, alegraos, Donde llegan los discípulos de Jesús hay una gran alegría.

Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.

El Adviento nos ayuda a descubrir la belleza y dignidad que llevamos en el corazón. Jesús ha pasado por nuestro huerto, y con su mirada de amor, nos ha dejado vestidos de hermosura. Nadie queda excluido de este gozo. Al descubrir este manantial inagotable que somos, nos sentimos empujados a comunicar la alegría del Evangelio.

Gaudete, alegraos, Participemos con toda la creación de la alegría de la salvación. Porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.

¡Gaudete, alegraos, en el Adviento! – CIPE, diciembre 2021

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