UN CAMINO CON JESÚS
Bajo la mirada compasiva y misericordiosa de Dios, con alegría y confianza comenzamos este tiempo litúrgico que la Iglesia nos regala para reavivar la fe, encender la esperanza y practicar la caridad. La Palabra de Dios alumbra nuestras opciones cristianas y nos invita a poner los ojos en Jesús, el rostro de la Misericordia del Padre, el Maestro, el Amigo, el Camino, la Verdad y la Vida.
Desde el inicio del camino, Jesús nos invita a ir con Él al desierto, para oír en el silencio «el callado amor»; para acoger la Palabra de Vida; para caer en la cuenta de la verdad de nuestro ser de hijos/as de Dios; para hacer visible nuestra identidad de hermanos/as y para seguir anunciando, con alegría, el Evangelio de Jesús en nuestro mundo.
El Espíritu nos abre los oídos del corazón y nos reviste de fortaleza para estar con Él, para caminar con Él, y para entregar la vida con Él.
Lo primero que hace Jesús en el desierto es pasar por la prueba de todas las tentaciones sin sucumbir a ella. Fiel a su Padre, prefiere la Palabra de Dios al pan, la confianza al milagro, el servicio a Dios al dominio sobre los reinos del mundo.
Nosotros/as, seguidores/as de Jesús, tenemos que pasar también por los desiertos de la historia y por las duras pruebas de la fidelidad a Dios en nuestros contextos sociales y culturales. El autor de la Carta a los hebreos nos alerta y alienta: «Cuidado, hermanos: que ninguno de vosotros tenga un corazón perverso e incrédulo, desertor del Dios vivo. Antes bien, animaos unos a otros cada día, mientras suena ese hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Porque, si mantenemos firme hasta el fin nuestra posición del principio, somos compañeros de Cristo» (Hb 3, 12-14).
El apóstol Pablo despierta la confianza en Quién sabemos nos ama: «Ninguna prueba os ha alcanzado que sea sobrehumana. Fiel es Dios y no permitirá que seáis probados por encima de vuestras fuerzas; con la prueba os abrirá una salida para que podáis soportarla» (1 Co 10, 13-14)
Con estos deseos de bien comenzamos el camino cuaresmal en el NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO.
¡Feliz camino pascual – CIPE!