Sábado, 1 de enero
SANTA MARÍA MADRE DE DIOS
“Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño” (Lc 2,16).
María acoge asombrada a los pastores y escucha atentamente sus relatos. Ellos cuentan lo que les sucede, el obrar sorprendente de todo un Dios que se hace Niño y nace en la periferia, en los márgenes, en el lugar que ellos habitan.
Santa Madre de Dios eres una bendición de Dios para la humanidad. Santa Madre de Dios, en ti, Dios me bendice con su Hijo que trae la PAZ a la Humanidad rota.
Lunes, 3 de enero
«Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo» (Jn 1,33).
El deseo grande del Padre y de Jesús es darnos el Espíritu Santo. El deseo grande del Espíritu es bajar y posarse y habitar en el corazón de todo ser humano. La Palabra se hace Presencia que transforma toda nuestra existencia.
¡Ven, Espíritu divino, dador de Vida y Verdad! Hazme testigo de Cristo, ensancha mi tienda para que pueda acoger en ella a mis hermanos.
Martes, 4 de enero
“Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?» Ellos le contestaron: «Maestro, ¿dónde vives?» Él les dijo: «Venid y lo veréis» (Jn 1,38-39).
La mirada profunda de Jesús traspasa las apariencias y llega al hondón de la persona para relacionarse con ella. La mirada de los discípulos termina en el seguimiento. Los discípulos escuchan, ven, se ponen en movimiento y siguen a Jesús.
Mi vida siente tu mirada de amor, que la invita a ir contigo. Mi historia tiene sentido cuando te encuentro, Jesús. Quiero escuchar tu voz y quedarme contigo.
Miércoles, 5 de enero
“Determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme»” (Jn 1, 43).
El paso de Jesús por nuestra vida motiva encuentros e impulsa a caminar juntos, en Iglesia sinodal. “Nuestro “caminar juntos” es lo que mejor realiza y manifiesta la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero… Una Iglesia sinodal es una Iglesia “en salida”, una Iglesia misionera, «con las puertas abiertas»” (Documento preparatorio. Sínodo 2021-2023).
“Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos. Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia” (Oración del Sínodo).
Jueves, 6 de enero
EPIFANÍA DEL SEÑOR
“Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2, 1.2).
Los magos de Oriente vienen de lejos, siguen una estrella, entran en una cueva, se postran para adorar al niño. En el camino de su búsqueda hubo noche oscura y dificultades; también las hay en nuestro caminar, y pueden llevarnos a mirar hacia atrás. Los Magos siguieron adelante. El bien siempre sobrepasa a todo acecho de maldad. El amor siempre triunfa. El Dios Amor guía la historia.
Cada día tu estrella ilumina nuestro mundo y lo llena de esperanza y brota la confianza y la fraternidad.
Viernes, 7 de enero
“Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo” (Mt 4,18).
La llegada de Jesús es como un derroche de luz en medio de las tinieblas, como un amanecer de bondad en medio del caos.Ofrece verdad, sanación, esperanza, compasión y paz a los sin esperanza. La curación fue la manera de amar de Jesús. Él les muestra que ellos y ellas merecen ser amados.
Pongo en Ti los ojos y veo la luz. Te sigo y se me ilumina la vida. Amo la vida desde que sé para quién vivo.
Sábado, 8 de enero
“Partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras” (Mc 6,43.44)
Movido por la compasión, Jesús se ocupa de las necesidades de la gente. Pide a los discípulos que alimenten a las multitudes hambrientas de pan, verdad, dignidad y cariño. Cuando Dios da, Él da en abundancia. Él nos da más de lo que nosotros necesitamos para nosotros mismos, de modo que podamos compartir con aquellos que carecen de lo que necesitan.
Toma mi vida; es tuya. Ponla en el altar, Señor, junto a la tuya. También yo quiero. ser, contigo, eucaristía. Sea lo que sea, te doy las gracias.