EL EVANGELIO EN LOS DÍAS DE NAVIDAD- ENERO

Miércoles, 1 de enero

“Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño” (Lc 2,16).

María acoge asombrada a los pastores y escucha atentamente sus relatos. Ellos cuentan lo que les sucede, el obrar sorprendente de todo un Dios que se hace Niño y nace en la periferia, en los márgenes, en el lugar que ellos habitan.

Santa Madre de Dios eres una bendición de Dios para la humanidad. Santa Madre de Dios, en ti, Dios me bendice con su Hijo que trae la PAZ a la Humanidad rota.

Jueves, 2 de enero

“En medio de vosotros hay uno que no conocéis” (Jn 1,26)  

La Palabra se hace voz en Juan, una voz a la que hay que escuchar, porque señala la vida y da testimonio de Jesús a quien no conocemos. Con él entramos en la experiencia de amor que nos regala Jesús.   

Recibe la Palabra, abre el corazón a la fe, esperanza, amor. Orar es dejar venir la Palabra, esperarla, dejar encarnar la misericordia y la fidelidad de Dios.    

Viernes, 3 de enero

«Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo» (Jn 1,33).

El deseo grande del Padre y de Jesús es darnos el Espíritu Santo. El deseo grande del Espíritu es bajar y posarse y habitar en el corazón de todo ser humano. La Palabra se hace Presencia que transforma toda nuestra existencia.

¡Ven, Espíritu divino, dador de Vida y Verdad! Hazme testigo de Cristo, ensancha mi tienda para que pueda acoger en ella a mis hermanos.

Sábado, 4 de enero

“Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?» Ellos le contestaron: «Maestro, ¿dónde vives?» Él les dijo: «Venid y lo veréis» (Jn 1,38-39).

La mirada profunda de Jesús traspasa las apariencias y llega al hondón de la persona para relacionarse con ella. La mirada de los discípulos termina en el seguimiento. Los discípulos escuchan, ven, se ponen en movimiento y siguen a Jesús.

Mi vida siente tu mirada de amor, que la invita a ir contigo. Mi historia tiene sentido cuando te encuentro, Jesús. Quiero escuchar tu voz y quedarme contigo.

Lunes, 6 de enero

“Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2, 1.2).

Los magos de Oriente vienen de lejos, siguen una estrella, entran en una cueva, se postran para adorar al niño. En el camino de su búsqueda hubo noche oscura y dificultades; también las hay en nuestro  caminar, y pueden llevarnos a mirar hacia atrás. Los Magos siguieron adelante. El bien siempre sobrepasa a todo acecho de maldad. El amor siempre triunfa. El Dios Amor guía la historia.

Cada día tu estrella ilumina nuestro mundo y lo llena de esperanza y brota la confianza y la fraternidad.

Martes, 7 de enero

“Jesús recorría toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad y dolencia del pueblo” (Mt 4,23).

La llegada de Jesús es como un derroche de luz en medio de las tinieblas, como un amanecer de bondad en medio del caos.Ofrece verdad, sanación, esperanza, compasión y paz a los sin esperanza. La curación fue la manera de amar de Jesús. Él les muestra que ellos y ellas merecen ser amados.

Pongo en Ti los ojos y veo la luz. Te sigo y se me ilumina la vida. Amo la vida desde que sé para quién vivo.

Miércoles, 8 de enero

“Partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras” (Mc 6,43.44)

Movido por la compasión, Jesús se ocupa de las necesidades de la gente. Pide a los discípulos que alimenten a las multitudes hambrientas de pan, verdad, dignidad y cariño. Cuando Dios da, Él da en abundancia. Él nos da más de lo que nosotros necesitamos para nosotros mismos, de modo que podamos compartir con aquellos que carecen de lo que necesitan.

Toma mi vida; es tuya. Ponla en el altar, Señor, junto a la tuya. También yo quiero. ser, contigo, eucaristía. Sea lo que sea, te doy las gracias. 

Jueves, 9 de enero

“Animo, soy yo, no tengáis miedo” (Mc 6,50)

En la noche nos entra miedo. En el dolor, en las limitaciones y pobrezas nos entra el miedo por todas las rendijas. Ante la violencia y el odio de los otros, el miedo se apodera de nosotros. Muchos caminos de evangelio, de entrega generosa de la vida, de oportunidad para enfrentarnos al mal, quedan oscurecidos por el miedo. 

Pongo mi confianza en ti, Jesús, ábreme el oído de la fe para escuchar en la noche tu Palabra consoladora: “Conóceme como puedas, adórame como quieras, ámame como sepas”.

Viernes, 10 de enero

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca” (Lc 4, 22).

Somos convocados para escuchar el hoy de nuestra salvación, el hoy de nuestra libertad, de nuestra alegría y de nuestra luz. Somos llamados al abrazo de Dios en su hoy, y a prolongarlo desde nuestra comunidad cristiana para que muchos experimentenl a buena noticia del Evangelio.

Gracias, Señor, por hacer de nuestro hoy un tiempo luminoso, un tiempo de salvación.

Sábado, 11 de enero

«Señor, si quieres, puedes limpiarme». Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo  «Quiero, queda limpio» (Lc 5, 13).

Este leproso quiere ser limpio, no solo de la lepra, sino también de todos sus efectos debilitantes en su vida y su alma. La vida del leproso cambió para siempre. No solo fue sanado, sino, como lo había pedido, también fue limpiado.

“Si quieres, puedes curarme”. Y yo sé que Tú, siempre quieres. ¡Gracias, Señor!

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