Lectura orante del Evangelio: Lucas 16,1-13
La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común (Laudato Sii 13, papa Francisco).
Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Cuando a los pobres les llegan noticias de corrupción y derroche les brotan las lágrimas; cuando a los pobres les llega el pan compartido y la verdad de las cuentas que son de todos, se les alegra el corazón. Hay personas tan hambrientas que para ellos Dios no puede tener más forma que la del pan nuestro. ¿Qué hacemos con los bienes que hemos recibido? ¿Cómo estamos cuidando la creación? ‘Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos’ (Laudato Sii, 53). Jesús y los pobres nos piden transparencia. La transparencia nos lleva a la autenticidad, la autenticidad a la solidaridad. Sana, Señor, nuestras vidas, para que seamos protectores, y no destructores de la creación.
¿Qué voy a hacer, pus mi señor me quita la administración?
El ¿qué voy a hacer ahora? de la parábola se traduce en esta súplica: ¿Qué quieres, Señor, que haga? O también: ¿Qué necesitan los pobres que yo haga? ‘¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? ¿Para qué pasamos por este mundo?, ¿para qué nos necesita esta tierra?’ (Laudato Sii, 160). Esta reflexión orante, hecha a la luz del Espíritu Santo, nos da la posibilidad de comenzar una vida más evangélica, de apostar por otro estilo de vida. Es la hora de la imaginación y creatividad que nos regala el Espíritu. No todo da lo mismo. Jesús, tú que pasaste haciendo el bien, aliéntanos en nuestra tarea diaria por la justicia, el amor y la paz.
El amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido.
Hay motivos para la alegría. ‘El ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente… no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse… La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común’ (Laudato Sii, 13). Jesús felicita a quienes comienzan caminos nuevos, invirtiendo los dones de forma inteligente, mirando al futuro de los más pobres. Espíritu Santo, que acompañas el gemido de la creación, tú vives en nuestros corazones para impulsarnos al bien. Alabado seas.
Ganaos amigos con el dinero de iniquidad.
Esta propuesta de Jesús es fascinante: En vez de acumular bienes para el ego, podemos hacer amigos compartiendo con los pobres los bienes recibidos de Dios. Si idolatrar al dios dinero es una falsedad porque quita la alegría a los más pobres, compartir los bienes es una experiencia de solidaridad universal, de cielo aquí en la tierra. La experiencia de Dios nos empuja a crecer en experiencia de humanidad, a ‘sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos’ (Laudato Sii, 229). Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño hacia todos los seres de la tierra.
¡Feliz Domingo! Desde el CIPE – septiembre 2022
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