Lunes, 8 de agosto
“Mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día” (Mt 17, 22)
Jesús habla claramente a los suyos. No les esconde la muerte porque no les esconde la vida. Saca a la luz el misterio hondo de todo ser humano. ¿Qué experiencias dejan en tu corazón un poso de tristeza? Míralo todo con la mirada de Jesús resucitado. Recuerda a todos los amenazados, que viven en medio de la inquietud y la zozobra.
Danos, Señor, un corazón comprensivo como el tuyo, capaz de escuchar y de abrirse a los hermanos, para compartir con ellos las penas y alegrías.
Martes, 9 de agosto
SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, EDITH STEIN
“¡Que llega el esposo, salir a su encuentro!” (Mt 25,6)
El Señor siempre llega. Cumple su promesa. El problema está en nosotros, que nos hemos cansado de esperarle. Aun así, Él viene, viene, viene siempre. ¿Cómo recibes a Jesús? ¿Con rutina o con alegría? ¿Cómo recibes a los que viven contigo? ¿Con gozo o con indiferencia?
Entra en mi casa, Señor. Entra en mi corazón. Que lo mío sea tuyo y lo tuyo mío. Gracias. Amén.
«Quien busca la verdad, sea o no consiente de ello busca a Dios»… «Cuanto más oscuro se vuelve aquí todo para nosotros, tanto más tenemos que abrir el corazón a la luz que viene de arriba»… «En el signo de la cruz, venceremos… se vean o no los frutos» (Edith Stein).
Miércoles, 10 de agosto
SAN LORENZO
“Si el grano de trigo muere, da mucho fruto” (Jn 12,24)
No se produce vida sin dar la propia. La creatividad y la belleza nacen de la entrega de la vida. Amar es darse. Pasa un momento junto a Jesús. Pon tu vida en sus manos. Confíale tu vida. Dásela.
¿Cuándo aprenderé, Dios mío, a hacer de mi vida una ofrenda a Ti y a mis hermanos?
Jueves, 11 de agosto
“Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20)
Jesús vive en la comunidad y nos asegura su presencia cuando nos reunimos en su nombre. Confrontar a los hermanos con el Evangelio es una señal de amor, si se hace con respeto a la persona y con deseo de ayudar. Jesús no condena; te invita a que limpies tu mirada y aprendas a vivir con los que son diferentes.
Abre mi corazón a tu amor. Abre mis manos a mis hermanos. Cúrame, Señor, con tu mirada. Solo así podre perdonar con mi mirada.
Viernes, 12 de agosto
“¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne»? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mt 19, 13).
El Evangelio nos recuerda el proyecto creador de Dios: creó al hombre y a la mujer, con igual dignidad. Jesús propone una relación nueva: no se trata de competir sino de colaborar, de caminar juntos. En el matrimonio se puede escuchar el lenguaje de Dios, que es el lenguaje del amor.
Dame tus ojos, Señor, para ver el mundo como tú lo ves. Dame tu corazón, Señor, para amar a la gente como tú la amas.
Sábado, 13 de agosto
“Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos” (Mt 19, 14)
El Reino es para todos, pero primero para los más pequeños que siempre están sirviendo. Es necesario prestar atención a la gente que tenemos cerca. Escuchar las voces de los que casi no tienen voz. Hacer sitio a los que casi nunca tienen sitio. Dar valor a los que casi nunca lo tienen.
Enséñame a mirar el mundo desde los pequeños. Que el amor sea la fuerza que me mueva a salir de mi centro.
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