Lunes, 5 de septiembre
“Levántate y ponte ahí en medio” (Lc 6,8)
Para Jesús la persona siempre ocupa el puesto principal. Ninguna circunstancia, enfermedad, condición, raza, religión, pueden anular este proyecto de Dios. Mira a los más pequeños, a los que menos cuentan, a los que están más orillados. Levántalos con tu respeto, con tu valoración profunda.
Tú, Señor, me sacas del anonimato. Me pones junto a ti. A tus ojos siempre valgo.
Martes, 6 de septiembre
“Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades” (Lc 6,18)
¿De qué sirve una religión que entretiene, pero que no da respuestas a las preguntas hondas ni cura las dolencias del corazón? El encuentro con Jesús siempre es novedoso, siempre cura. Haz tú también hoy el camino de la gente. Vete a Jesús. Dile que te cure.
Lo que tocas, Jesús, lo llenas de vida. Cuando me acerco a ti, Jesús, me llenas de vida y de alegría. Gracias, Jesús.
Miércoles, 7 de septiembre
“Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios” (Lc 6,20)
A Dios se le va el corazón hacia los pobres. Se estremece por dentro cuando ve la debilidad. La pobreza compra los ojos de Dios. Si te encuentras con un pobre no mires hacia otro lado. Comparte con él lo que tienes, acoge el tesoro que él te ofrece.
La dicha de mi pobreza es tu riqueza. La dicha de mi nada eres Tú. Mis ojos se alegran cuando veo que me miras. Quiero ir siempre contigo, Señor.
Jueves, 8 de septiembre
Natividad de la Bienaventurada Virgen María
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”» (Mt 1, 23).
Dios tiene un proyecto para cada uno. A primera vista nos parece inalcanzable, pero nos regala la presencia de María, que nos acompaña como madre. María es compañera de nuestro camino, la que se hace presente en los tiempos difíciles. No tengas reparo en abrirle la puerta de tu corazón.
¡Qué hermoso abrirte la puerta, María! ¡Qué gozo saber que Dios está con nosotros! ¡Gracias por regalarnos a Jesús! Ruega por nosotros, amorosa Madre, en esta hora de la Iglesia que peregrina hacia el hogar de la Trinidad.
Viernes, 9 de septiembre
“¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro” (Lc 6, 39)
Dale a Jesús el derecho a interpelarte. Es una señal de confianza. Le duele que tengas ojos y no veas con lucidez los caminos del reino. Le molesta que digas que ves cuando vas por la vida sin captar las transparencias de Dios.
Libra mis ojos de la muerte, dales la luz que es su destino. Y cuando veas con claridad acompaña a otros por el camino.
Sábado, 10 de septiembre
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis «Señor, Señor» y no hacéis lo que digo? (Lc 6, 44-46)
Las obras son las que mejor hablan de lo que cada uno lleva en el corazón. Las obras son las que mejor hablan de Dios. Cada vez que dices sí a Jesús, también en las dificultades, se ensancha el espacio de tu tienda y Dios te da nuevos hermanos y hermanas a tu cargo, para que los cuides.
Señor, riega mi vida con tu gracia, y mi vida florecerá. Espíritu divino, madura con tu sol, las semillas del amor. Con María, ofrezco gratuitamente a todos los frutos que Dios hace nacer en mi tierra.
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