Lee este sencillo relato, puede ayudarte a entender que a la adoración le sigue el compromiso con los más pobres.
Un periódico de Tokio publicaba la noticia de una donante anónima que había entregado 10 millones de yenes a la Cruz Roja para ayudar a los refugiados de Camboya en Thailandia. La donante explicó así su gesto: «Hoy, al ver en la televisión la noticia gráfica de la situación de hambre y desnutrición de tantos niños, un primer plano mostraba a un niño famélico alargando la mano pidiendo comida. Mi nietecito se ha quitado el onochi (pastel de arroz) de la boca y se ha ido a la pantalla de la televisión para dárselo al niño hambriento. El no habla porque es muy pequeño; yo hago este donativo con su corazón»