Comunidad de Adoratrices
TALLER
Introducción Dejarnos seducir por los gestos, símbolos, encuentro de los otros-as
Diana Espigas Granos – Harina – Masa – Pan – Panecitos
EUCARISTÍA VIVIDA, CELEBRADA, ADORADA
Tiempo: 5 minutos
1er. Momento: Dinámica «PALABRA-DIANA»
A) Momento personal
Objetivo: Tomarnos el pulso personalmente sobre lo que para cada uno-a es la eucaristía.
Desarrollo: Se reparte a la entrada una diana con diferentes colores que nos servirán para hacer los grupos. En el reverso están escritas 8 palabras sobre lo que es la eucaristía y que tenemos que colocar en los aros de la diana desde lo que cada una-a entiende por eucaristía. Cuanto más en el centro coloquemos la palabra, más importancia tiene para nosotros-as.
Es importante que reconozcamos cual es nuestra PALABRA-DIANA
Celebración, precepto dominical, encuentro con Dios, encuentro con los hermanos-as, banquete, sacrificio, compromiso, acción de gracias.
Tiempo: 5 minutos
Música de fondo: «Los chicos del coro»
B) Momento del grupo.
Objetivo: Reflexionar sobre cual es la palabra diana del grupo.
Desarrollo: Una vez que hemos colocado las palabras personalmente en la diana, nos unimos por grupos, teniendo en cuenta los colores de la diana. E intentamos hacer una sola diana, para valorar luego como están colocadas las palabras en la diana como grupo. Ver cual es nuestra palabra diana sobre la eucaristía.
Tiempo: 10 minutos
Música de fondo: «Los chicos del coro»
2° Momento: Dinámica del grano de trigo
Para que la eucaristía sea vivida por cada uno-a como queremos tenemos que prepararla, y el pan necesita de unos ingredientes, el más importante el trigo con el que se hace la harina para luego poder hacer la masa y más tarde el pan. Para sentirnos parte de la Iglesia, cada uno-a con nuestro carisma personal y de grupo. Vamos a reflexionar sobre lo que cada uno-a pone.
Se reparte a cada uno-a de las-os asistentes un «grano de trigo» para que escriba que es lo que con su grano aporta al pan. Se van pegando los gramos en el mural preparado para ello.
Una vez que hemos puesto nuestro «grano de trigo» nuestra cualidad personal para VIVIR LA EUCARISTÍA, para CELEBRARLA y ADORARLA.
Tiempo: 10 minutos
Música: La misión
3er momento
Objetivo: Compartir mi grano, dejarme decir, hacer, enriquecer, ser harina, masa, me «transformo» ya no es mi idea la que prevalece, si el grano de trigo no muere, no se muele…. La masa sale con lo que yo aporto. SER COMUNIDAD, IGLESIA.
¿Con mi grano que estoy yo aportando a la masa?
Tiempo: 10 minutos
4° momento
Cuento: «EL PAN»
Objetivo: Reflexionar sobre ser pan
¡Hola, buenas tardes amigos y amigas de orar!, permitidme que me presente, porque no soy la persona que con esta lectura se está dirigiendo a vosotras y vosotros en este momento. Esta persona tan sólo me presta su voz para que yo pueda deciros mi mensaje.
¿Quién soy yo? Pues quien te está hablando es la conciencia de un pequeño y sencillo panecillo. Estoy entre tus dedos. ¿A que soy bonito y encantador? No tengas miedo de tocarme y sentirme mientras escuchas lo que están diciendo. Soy muy manejable.
He de confesarte que no soy un panecillo cualquiera. Hace tan solo unas horas, me he enterado que he nacido con motivo de este encuentro.
Hace unas horas yo no sabía nada de lo que os traéis entre manos, que debe ser importante. Lo ignoraba todo, encerrado allá en el fondo oscuro de un saco de harina en una panadería de Burgos.
Mi historia es breve pero intensa. Escúchala…
Comenzó cuando el panadero tomó ayer una buena cantidad de masa ya preparada y la separó. Yo formaba parte de aquella masa. Había comenzado a familiarizarme con el agua, la sal y la levadura que me hacía crecer. Aspiraba a ser un pan grande, tierno, esponjoso por dentro y crujiente por fuera.
Cuando el panadero comenzó a separar aquella masa en porciones muy pequeñas, abrí lentamente los ojos y comencé a tomar conciencia de mi problema. De aquella masa comenzamos a aparecer cientos de pequeños panecillos.
Y la duda apareció en mi: es que yo iba a convertirme en un pan grande, de esos que se comparten en la mesa familiar entre la alegría y sonrisas… Cuando percibí mi tamaño real, comprendí que tampoco servía para ser un bocadillo de esos que los niños y niñas llevan al colegio por la mañana… guardando, tras el papel de aluminio, todo el cariño y preocupación de una madre.
En aquel momento, poco antes de introducirme en el horno, asomó en mis labios una protesta. Yo aspiraba a ser un pan grande, cocido en el horno, con los granos perfectos para que la gente me eligiera a mi.
El tiempo que pasé dentro del horno fue de sufrimiento y frustración: ¡para qué padecer aquellos calores tan insoportables, si mi vida iba a carecer de sentido…?
Cuando estuve cocido y preparado, me metieron junto con cientos de hermanos míos en un saco… Todos teníamos una misma pregunta y una idéntica frustración…
Ha sido en el viaje de la panadería hasta llegar aquí cuando alguien se ha encargado de desvelarnos el secreto.
En el saco de transporte había un pan grande, al que todos los pequeños mirábamos con envidia… Ha sido él quien nos ha desvelado el secreto.
Ante nuestras protestas ha comenzado a decirnos: «Cesad en vuestras quejas. Escuchad y dad gracias por la suerte que os ha correspondido».
¡De verdad crees que es una suerte nacer pequeño, canijo y enclenque?…
Pero el pan grande prosiguió: Esta tarde os convertiréis para un grupo de «Amigos de Orar» en signo de vida y esperanza. La misma esperanza que han traído Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Santa Ma Micaela… que pasaron por el mundo haciendo el bien.
Se hizo un silencio entre los panecillos. Ninguno de nosotros acertábamos a comprender qué significaban aquellas palabras.
Luego, como quien tiene autoridad, el pan grande comenzó a explicarnos el sentido de nuestra misión: «Atentos. Esta tarde vais a convertiros en el símbolo de la eucaristía «… Algunos panecillos preguntaron: «¡Cómo será esa transformación, si sólo somos insignificantes panecillos? »
Mirad, – prosiguió el pan grande-: «Estáis hechos de harina. La harina se forma con muchos granos de trigo molidos y unidos. Así fue la vida de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Santa Mª Micaela y tantos hombres y mujeres. Miles de pequeños gestos amasados por la fuerza de Jesús de Nazaret. Pero no sólo eso. Seréis también imagen de los hombres y mujeres que quieren ser granos molidos.
Granos de trigo molidos y unidos, convertidos, día a día, en pan para los hombres y mujeres que por diversas circunstancias se han roto en pedazos «.
Nuestra vida comenzaba a tener sentido. Por vez primera se dibujó una sonrisa en nuestros labios de harina.
El pan grande siguió: «Tenéis en vuestro cuerpo diminuto un poco de sal, ¡verdad? La sal es signo de fidelidad, de aquello que dura y permanece.
Los panecillos no cabíamos de gozo. Aquellas palabras daban un sentido nuevo a nuestra vida.
El pan grande prosiguió: «Aún queda algo más… aunque tal vez nunca lleguéis a entenderlo. »
Sigue, sigue – le dijimos los panecillos que comenzábamos a introducirnos en el misterio-.
«Sois signo del sueño más grande que el pan haya tenido nunca. Sois el amor de Dios presente en medio de su pueblo. Un Dios que se hace Pan para ser comido… »
Algunos de nosotros quisimos preguntar por aquellas últimas palabras cuyo significado ciertamente no podíamos comprender…
Pero antes de que pudiéramos hacer nuestras preguntas, llegamos hasta aquí, nos han puesto en unas cestitas, nos han repartido, y ahora estamos entre tus manos. Y aunque soy un pequeño pan, quiero compartir contigo el secreto de mi vida:
Soy harina, signo de una vida amasada por Dios.
Soy grano de trigo molido formando un único pan: signo de unidad.
Soy un poco de sal, signo de una vida compartida. Soy un poco de levadura; tengo en mi la fuerza del bien que crece más allá y por encima del dolor y los problemas del mundo.
Y soy finalmente, signo de un Dios Eucaristía que se hace Pan y alimento…
¿Tu lo entiendes? Yo no mucho pero es como quedarse escondido, escondida en la vida del pan.
Me gustaría explicarte el porqué de tantas cosas…, pero soy sólo un panecillo al que le gustaría abrir un camino hacia la vida y la esperanza. Como el que han abierto los hombres y mujeres que siguieron y siguen los pasos de Jesús de Nazaret.
Si quieres que el panecillo que tienes entre tus manos adquiera todo su sentido alimenta y déjate alimentar para que la vida de Jesús dinamice y transforme nuestra vida en pan que se parte y reparte. Que Jesús te bendiga en esta tarde y que Él que quiso darse en alimento, te contagie su locura.
Tiempo: 5 minutos
Dinámica: Compartir el pan
Nos levantamos y compartimos nuestro pan. Nos alimentamos y nos dejamos alimentar.
Tiempo: 10 minutos
Música: «Mesa compartida»
Trabajo en grupos: según estamos colocados-as hacemos grupos de seis personas para compartir.
En una sola palabra resume lo que ha significado para ti este gesto
¿Cómo es el pan que yo comparto: tierno, duro, sabroso, soso, blanco, oscuro, con fibra…? ¿Qué sabor tiene?
¿Me dejo alimentar de otros panes?
¿Qué necesito para ser el pan al que estoy llanada-o ?
Tiempo: 10 minutos
Música
5° momento: Testimonio de la comunidad
6° momento: Constatación personal
Invitación a escribir durante 5 minutos la experiencia personal que nos llevamos.
Invitación si alguien quiere compartir.
Canción: Bendíceme