Actitud: Hoy nos acercamos al Padre desde la fragilidad nuestra de cada día, la nuestra y la de los demás ante la tentación y el mal.Y queremos aprender a decir amén, con Jesús, con María, con toda la Iglesia. Queremos repetir muchas veces amén, al ritmo de la respiración, para que nos lleve cada vez más a esa intimidad que Jesús tiene con el Padre y que nos ha comunicado en el Padrenuestro.
Palabra: «Estoy seguro de que [nada]… podrá separamos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8, 38-39)Romanos 8, 38-39 [entra]
Comentario: La palabra amén significa la seguridad y confianza de un niño en brazos de su madre. Todo lo que nos ha enseñado Jesús, y que ahora nos recuerda constantemente el Espíritu, es tan seguro que merece nuestra confianza, tan verdadero que debe ser creído, tan sólido que bien puede convertirse en cimiento de nuestra vida. Seguiremos sintiendo de cerca el peligro del mal, nos herirán las ofensas recibidas, el pan de cada día y el trabajo y la paz y la justicia y tantas cosas buenas seguirán siendo conquista laboriosa, pero el saber que estamos, como un niño, en el regazo de un Dios que es Padre y Madre, nos hace ponernos de pie y gritar amén, como un desafío: «si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?». Jesús, cuya vida fue un continuo sí a la voluntad del Padre, es ahora nuestro amén, nuestra fuerza para poder decir también nosotros sí, y aplaudir con toda la creación el amor y la gracia que ha derrochado en nosotros, sus hijos.
Oración: Amén a ti, Padre que has querido habitar entre nosotros para sembrar tu reino en nuestros corazones y darnos a todos un abrazo entrañable. Amén a ti, Señor Jesús, nuestro compañero de camino, que nos has abierto tu intimidad para hablarnos del Padre y enseñarnos su ternura y su misericordia. Amén a ti, Espíritu Santo, que nos despiertas cada día al gozo de sabernos hijos e hijas de Dios y nos alientas para que la humanidad, que gime, descubra lo hermoso que es ser y vivir como hijos e hijas del Padre y como hermanos y hermanas de todos los seres humanos.
Compromiso: Cuando decimos amén… – entramos en esa riada de alabanza que recorre la creación y que está tan presente en el Padrenuestro («santificado sea tu nombre»).»Porque tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre. Amén». – es mucho más que un simple deseo o un asentimiento débil, comporta una responsabilidad, una renovación pública y comunitaria del compromiso a colaborar con Jesús samaritano en la salvación del mundo. – nos empuja a vivir con lucidez evangélica la vida y a hacerla inteligible al mundo de hoy, para que viendo «nuestras buenas obras» el amén se extienda por todos los pueblos como un gran aplauso al Padre. – lo hacemos en comunidad, porque ese es el proyecto del Padre: que se ensanche espacio de la tienda del corazón para que cada día lo habiten más nombres. – nos invita a no instalarnos en nada, porque nada es definitivo, «sólo Dios basta».Y a ser romeros, sólo romeros. Ser en la vida Romero, Romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos; ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo… Ser en la vida romero…romero… sólo romero. Sensibles a todo el viento y bajo todos los cielos, poetas, nunca cantemos a la vida de un mismo pueblo, ni la flor de un solo huerto… Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros. (León Felipe)